viernes, 9 de julio de 2021

731. (III). MINISTERIO EN JUDEA, DE PASCUA A PASCUA, 28-29 D. C/ En Samaria y Capernaúm (JUAN 4).

Juan 4. Retiro temporario de Judea. Vers. (1-26) Cristo habla con la samaritana, y se manifiesta a ella. (27-30) Sus discípulos se maravillan de que hablara con la mujer, (31-38) y él les manifiesta su celo por la gloria de Dios. (39-42) Muchos samaritanos creen en él. (43-54) Viaja a Galilea, y en Capernaúm sana al hijo de un oficial.

1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan 2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 

Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.

7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo Judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.

17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 

20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.

21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.

26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?

28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 

30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 

34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 

36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.

39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 

41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

43 Dos días después, salió de allí y fue a Galilea. 44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra. 45 Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.

46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.

48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive.  Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.

51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. 54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea. (Juan 4).

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.

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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16

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EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1-24

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EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1-21

1. El Señor. [La mujer samaritana, Juan 4:1-42.] Si bien algunos MSS dicen "Señor", la evidencia textual se inclina por la variante (cf. p. 147) "Jesús".

Los fariseos habían oído. Los fariseos se aprovecharon de los celos de los discípulos de Juan, ocasionados por la creciente popularidad de Jesús, y abrigaban la esperanza de crear disensiones entre Juan y Jesús, y perjudicar de esa manera los esfuerzos de ambos. Ver com. cap. 3:25.

Más discípulos. Ver com. cap. 3:26,30. Es obvio que Juan estaba todavía predicando y bautizando, y que aún no había sido encarcelado.

2. Jesús. "Jesús mismo" (BJ). 

Al aceptar personalmente el bautismo de manos de Juan, Jesús había aprobado el rito al declarar: "Así conviene que cumplamos toda justicia" (Mat. 3:15).

Además, los discípulos de Jesús realizaban el rito bajo su dirección (Juan 3:22; 4:1). No se nos dice por qué Jesús mismo no bautizaba. Quizá tuvo el propósito de evitar que se creara en la mente de algunos la idea de que tenían una autoridad superior en la iglesia porque habían sido bautizados por Cristo personalmente. Comparar con la disensión acerca de los respectivos méritos del bautismo realizado por Jesús y por los discípulos (ver com. cap. 3:22; 4:1-3).

La siguiente mención del bautismo se relaciona con la comisión evangélica de Mat. 28:19-20. Jesús puede haber interrumpido por un tiempo el rito debido a los conflictos que ocasionaba.

3. Salió de Judea. Esto fue en torno del mes de diciembre de 28 d. C. o enero de 29dC. La razón para este retiro transitorio de Judea fue para evitar conflictos inútiles con los fariseos por un lado, y con Juan y sus discípulos por el otro. La decisión de salir de Judea no fue movida por el temor sino por la prudencia (cf. Mat. 10:23). Hay un estudio del marco cronológico de este retiro de Judea en la Nota Adicional, com. Luc. 4.

Otra vez a Galilea. En cuanto a la visita anterior a Galilea, ver cap. 2:1-12.  

4. Por Samaria. La ruta directa a Galilea pasaba por Samaria. Sin embargo, debido a la enemistad entre los judíos y los samaritanos, los peregrinos galileos que viajaban a Jerusalén para las grandes fiestas nacionales preferían dar un rodeo yendo por el valle del Jordán (ver Luc. 9: 51-52; com. cap. 2:42).

En ese tiempo, Samaria y Judea eran una unidad política administrada por un procurador romano, Poncio Pilato (ver pp. 47, 69). Acerca de los samaritanos, ver t. III, p. 70; t.V, pp. 20, 47; com. 2 Rey. 17:23-34.

5. Sicar. Quizá la moderna Askar. La designación "ciudad" comúnmente se usa en los Evangelios tanto para pueblos pequeños como para ciudades más grandes.

Heredad. Ver Gén. 33:19; 48:22; Jos. 24:32.

6. Pozo de Jacob. Este pozo se encuentra como a 1 km al sur de la aldea de Askar. Ningún sitio relacionado con la vida de Jesús se ha identificado con mayor certidumbre que este pozo, que todavía proporciona agua fresca a quienes llegan hasta la cripta de la antigua iglesia griega al pie del monte Gerizim, donde se encuentra el pozo.

Las numerosas vertientes que hay en la región hacen que parezca extraño que alguien se tomara la molestia de cavar un pozo. Pero Jacob era forastero y quizá cavó el pozo para evitar una contienda por el uso de agua (cf. Gén. 26:17-22).

Cansado. Quizá Jesús y los discípulos habían estado en camino desde el alba, y tal vez habían viajado unos 25 ó 30 km.

Juan con frecuencia menciona las emociones y limitaciones físicas de Jesús como un hombre entre los hombres (cap. 1:14; 11:3,33,35,38; 12:27; 13:21; 19:28; ver com. cap. 4:7). Jesús nunca realizó un milagro para satisfacer sus necesidades personales o para mitigar sus malestares provocados por la sed o el hambre (ver com. Mat. 4:3,6).

La hora sexta. No se sabe con certeza qué cómputo de tiempo usaba Juan (cf. cap. 1:39; 4:52; 19:14). Sin embargo, generalmente se piensa que "la hora sexta" sería el medio día (DTG 155).

Si hubiese sido al anochecer, probablemente Jesús hubiera acompañado a los discípulos a Sicar o hubiera proseguido a Siquem, un poco más lejos, a fin de buscar albergue para la noche.

La mañana y el atardecer eran también los momentos cuando se sacaba agua, y sin duda otros estaban junto al pozo.

7. Una mujer de Samaria. Es decir, una mujer de estirpe samaritana (ver com. vers. 4), no una mujer de la ciudad de Samaria, que estaba a más de dos horas de distancia.

Dame de beber. Es reconfortante saber que Jesús, al igual que nosotros, experimentó sed, hambre, cansancio y dolor (ver com. vers. 6). Se hizo uno con nosotros a fin de socorrernos en cualquier circunstancia que pudiera suscitarse (ver com. cap. 1:14).

El proceso para ganar a la mujer de Samaria merece el más cuidadoso estudio de todos los que se proponen ganar a otros para Cristo. 

Hubo cuatro etapas principales en este proceso: (1) Despertar el deseo de algo mejor, vers. 7-15. (2) Despertar la convicción de una necesidad personal, vers. 16-20. (3) La exhortación sobre una decisión de reconocer a Jesús como el Mesías, vers. 21-26. (4) El estímulo a una acción apropiada para la decisión, vers. 28-30, 39-42. Hay un comentario detallado e inspirador de los pasos en cada una de las etapas del proceso en com. vers. 7, 16, 21, 28.

Jesús llamó la atención de la mujer con el pedido: "Dame de beber". Su sorpresa es evidente en la respuesta-pregunta del vers. 9: "¿Cómo tú ...?" Habiendo conseguido así su atención por completo, Jesús despertó su interés con el ofrecimiento del "agua viva" (vers. 10). La reacción de ella aparece en las preguntas "con qué" sacaría un agua tal (vers. 11), y si pretendía ser "mayor" que Jacob, que había cavado el pozo (vers. 12). Partiendo de la atención y el interés, Jesús la indujo a desear el "agua viva", declarando que el que bebe de ésta "no tendrá sed jamás" (vers. 14). La mujer respondió con el pedido: "Señor, dame esa agua" (vers. 15), aunque no comprendía bien todavía lo que estaba pidiendo.

8. La ciudad. Sicar, aproximadamente a 1 km en el camino hacia Siquem.

9. ¿Cómo tú? El odio racial mantenía tan alejados a los judíos y a los samaritanos, que ambos procuraban no tener ningún contacto social. 

En cuanto al origen de los samaritanos, ver com. 2 Rey. 17:23-29; y en relación al origen de la antipatía entre los judíos y los samaritanos, ver t. III, p. 70; com. Esd. 4:1-3,17-23; Neh. 2:10; 4:1-2. 

Un relato de esa época que se ocupa de las dificultades entre judíos y samaritanos se encuentra en Antigüedades, de Josefo, xx. 6. 2.

No se tratan. Evidentemente, es un comentario explicativo añadido por Juan para una mejor comprensión de los lectores que no eran judíos, y no una afirmación de la mujer a Jesús. Si bien en algunos MSS no aparece, la evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por la inclusión de esta frase.

El pedido de Jesús sorprendió a la mujer. ¿Podía haber algo más extraño que un pedido tal que emanara de un judío?

10. El don de Dios. Es decir, Jesús mismo, como lo aclara la cláusula siguiente. El no aparentaba ser sino un viajero cansado y sediento, pero el ofrecimiento del "agua viva" superaba lo que la mujer había comprendido. Aunque el pedido de Jesús parecía extraño, había en él algo aún más misterioso. 

Lo significativo en cuanto a Jesús no era que fuera judío, sino que él era, y es, "el don de Dios" (Juan 3:16; 2 Cor. 9:15).

Quién es. Jesús está por presentarse a la mujer como el Mesías (vers. 25-26), y aquí, con mucho tacto, la induce a comprender que hay mucho más implicado que lo que se ve a primera vista. Tácitamente, Jesús le dijo: "Tú puedes satisfacer mi sed física, pero yo puedo satisfacer la sed de tu alma".

Agua viva. Gr. húdÇr zÇn, "agua fresca", "agua que fluye" o "agua que da vida" (cf.  Eze. 47:9). Jesús aquí se refiere a sí mismo (ver Juan 7:37; cf. cap. 6:27, 51). 

El profeta Jeremías hablaba de Jehová como la "fuente de agua viva" (cap. 2:13; 17:13; cf. Isa. 12:3; Apoc. 22:1). La mujer pensó que Jesús se refería al agua de un manantial, en contraste con el agua comparativamente quieta del pozo. Pero si Jesús tenía acceso al "agua viva" literal, ¿por qué tenía que pedir de beber?

11. Señor. Gr. kúrios, "Señor", en el sentido bíblico, o "señor" en su acepción común. Aquí se aplica al segundo caso, como una expresión de respeto. Algo en la voz y el proceder de Jesús impresionó a la mujer, y su indiferente "tú, siendo judío" (vers. 9), se transformó en un trato que reflejaba respeto.

¿De dónde? La mujer todavía pensaba que Jesús hablaba de agua literal. Pero es obvio que no se refería a ese pozo -de más de 30 m de profundidad- pues no tenía con qué sacar agua de él.

12. ¿Eres tú mayor? La palabra "tú" es enfática. ¿Quién pretendía ser Jesús? Cf. cap. 8:53. Nuestro padre Jacob. La samaritana pretendía descender de Jacob a través de José, y consideraba que Jacob era el "padre" de los samaritanos, más o menos en la misma forma en que los judíos decían ser hijos de Abrahán (cap. 8:33).

El lugar donde estaban Jesús y la mujer había sido asignado a los descendientes de José (Jos. 24:32).

14. El que bebiere. Literalmente "quien quiera que beba [una vez]". Beber una vez del "agua viva" que Jesús tiene para ofrecer satisfará permanentemente a las almas sedientas (ver com. cap. 7:38).

Yo le daré. La palabra "yo" es enfática, y establece un clarísimo contraste entre el "agua viva" y la del pozo de Jacob.

No tendrá sed jamás. Literalmente "no [ou] no [m'] tendrá sed hasta el siglo [eis ton ai^na]". En castellano, las tres expresiones ou, m' y eis ton ai^na se concentran en dos palabras: "no" y "jamás". El griego es mucho más enfático que la traducción castellana. La expresión eis ton ai^na se traduce "para siempre" en el cap. 6:51; "eternamente" en el cap. 6:58; 11: 26; "nunca" en el cap. 8:51-52, y "jamás" en el cap. 10:28. En cuanto a la palabra griega ai^n, ver com. Mat. 13:39.

En él una fuente. Ahora se ve con claridad que es figurada el "agua viva" que Jesús ofrecía a la mujer.

Esta agua satisface la sed que tiene el alma de mejores cosas que las que esta vida ofrece.

Para vida eterna. Gr. eis zÇ'n aionion (ver com. cap. 3:16). En cuanto a aionios, en su sentido de "eterno", ver com. Mat. 25:41. El resultado de beber el "agua viva" (ver com. Juan 4:10) es una vida que nunca termina.

15. Dame esa agua. Al fin, vislumbrando apenas lo que Jesús tenía para ofrecerle, la mujer respondió ávidamente a las promesas del vers. 14, que si bebía del "agua viva", "jamás" tendría "sed" y ciertamente tendría "vida eterna". Sin embargo, todavía vinculaba el ofrecimiento de "agua viva" con el agua literal, pensando que una vez que hubiera logrado el "agita viva", no necesitaría más hacer sus viajes diarios al pozo de Jacob. Quizá pensaba que el "agua viva" era sólo para ella y que todavía necesitaría sacar agua para su "marido" (vers. 16).

Pero como Jesús se apresuró a explicar, esa "agua viva" atañía tanto a su esposo como a ella.

16. Llama a tu marido. Habiendo despertado plenamente el deseo del "agua viva" (vers. 15), súbitamente Jesús cambió el tema de la conversación. Su propósito (vers. 16-20) fue despertar en la mujer una convicción de su desesperada necesidad de esa agua (ver com. vers. 7). Hizo eso enfocando la atención en los secretos de la vida de ella.

La mujer no estaba todavía lista para recibir el "agua viva" que pedía sin darle importancia (4:15). En primer lugar, había aguas de pecado estancadas que debían ser eliminadas. La antigua vida de pecado debía morir antes de que pudiera comenzar la nueva vida de rectitud. Las dos no pueden coexistir lado a lado (cf. Sant. 3:11-12).

Pero la mujer rechaza el escudriñamiento que Jesús hace de su vida, negando que tuviera esposo. Prefiere no ocuparse de asuntos privados con un extraño.

Jesús reconoce la exactitud de su afirmación (vers. 17), demuestra que conoce mucho más en cuanto a ella de lo que ella ha estado dispuesta a revelar (18). 

Así la convence de que él es profeta (ver com. vers. 10) y de que ella es una gran pecadora. Hábilmente, ella elude la estocada más directa desviando la conversación acerca de ella, para ocuparse de nuevo de Jesús (vers. 19), y para tratar después de religión en general (vers. 20).

Como toda alma cuyo error o pecado queda manifiesto, trata de escapar.

Tratar de desviar la conversación de una verdad desadable a temas religiosos discutibles o baladíes, demuestra que existe la convicción de que será necesario un cambio de conceptos y de vida. Se realizan desesperados esfuerzos para evadir la verdad o para buscar pretextos a fin de ignorarla o rechazarla.

Sin embargo, lo que se necesita no es aclarar los puntos suscitados para un debate. Jesús no perdió tiempo en analizar su condición de "profeta" o dónde debía rendirse culto. Más bien, con sencillez llamó la atención de la mujer (1) hacia el espíritu del verdadero culto, y (2) hacia sí mismo como el Cristo.

Estos son los mismos puntos de que deben ocuparse los hombres hoy para que lleguen a una decisión (ver com. vers. 21).

17. No tengo marido. Este fue el primer intento de la mujer para mantener ocultos los secretos de su vida. (ver com. vers. 16).

18. Cinco maridos. Entonces Jesús le puso completamente de manifiesto toda su vida pasada, demostrándole que para él los secretos de su vida eran un libro abierto (ver com. cap. 1:48). Era una mujer pecadora que necesitaba muchísimo el "agua viva" que Jesús le ofrecía generosamente.

19. Tú eres profeta. La mujer evadió que se tratara acerca de su vida, cambiando el tema de la conversación a un pensamiento sin implicaciones personales. Si podía lograr que Jesús se ocupara de una disputa religiosa, se vería libre del bochorno de confesar los tenebrosos hechos de su vida pasada.

20. Este monte. Es decir, el monte Gerizim, a cuyo pie están Sicar y el pozo de Jacob.

Los samaritanos habían erigido un templo en Gerizim alrededor del año 432 a. C., pero había quedado en ruinas desde que lo destruyó Juan Hircano alrededor del año 129 a. C. (ver p. 35). 

(LA HISTORIA DE ISRAEL (DEL SIGLO IV-NUEVO TESTAMENTO). 

PELIGROS PARA LA RELIGIÓN JUDÍA.- Los judíos repatriados durante el reinado de Artajerjes I quizá conocían las enseñanzas del zoroastrismo, puesto que ésa era la religión oficial del Imperio Persa. Probablemente Nehemías y otros caudillos comprendieron la necesidad de tener cuidado de que el pueblo no confundiera el culto de Jehová con el de Ahuramazda (Ormuz). Tanto los persas como los judíos creían que llegaría el día de un gran juicio, cuando el Dios de justicia vencería al adversario de todo bien, y se daría a los justos una bendita morada en condiciones diferentes a las actuales. Los persas creían en dos espíritus opuestos -el justo Ahuramazda y el impío Ahrimán-, y los contraponían en un dualismo que tendía a igualarlos en poder. Los judíos, con sus Sagradas Escrituras, hablaban siempre de un Dios eterno y todopoderoso, y muy poco de un adversario malo y evidentemente inferior, que había sido creado perfecto (Eze. 28: 14-19), pero que más tarde se convirtió en el autor del pecado.

UNA RELIGIÓN RIVAL EN SAMARIA.- Los judíos que regresaron a Jerusalén encontraron resistencia cuando trataron de establecer normas de culto diferentes de los conceptos populares de los pueblos semipaganos que se habían establecido en el país durante el cautiverio (ver t. II, pp. 943-944; t. III, p. 71). Sanbalat y Tobías pensaban que los repatriados tenían conceptos estrechos y eran intolerantes, e hicieron todo lo posible para anular sus planes. Un hijo de Joiada el sacerdote fue desterrado por Nehemías debido a su casamiento con la hija de Sanbalat. Este quizá es el Manasés que menciona Josefo (ver com. Neh. 13:28-29), a quien Sanbalat de Samaria dio la bienvenida y constituyó como sacerdote de un templo samaritano rival sobre el monte Gerizim. El resultado fue un culto samaritano rival que se menciona en el Nuevo Testamento (Juan 4:20), y que todavía sobrevive en Nablús.

EL DESARROLLO DE LA TRADICIÓN JUDÍA.- Esta oposición de los samaritanos fue un gran incentivo para el estudio y el ensalzamiento de la Torah (Torá, Tora, Pentateuco) por parte de los judíos, quienes comenzaron a practicar rigurosamente todos sus ritos y enseñanzas, y establecieron sinagogas por todo el país. La lectura de las Escrituras, presentada en los servicios del sábado, se traducía al arameo o se explicaba en ese idioma, el cual se había convertido en la lengua del pueblo durante el exilio (ver t. I, pp. 33-34). Mediante esas explicaciones, los rabinos guiaban a los laicos en lo que consideraban que eran las interpretaciones correctas de la Torah. No es extraño que en esas condiciones surgiera gradualmente un conjunto de interpretaciones tradicionales de las Escrituras, aunque los dirigentes disintieran entre sí en cuanto a puntos de doctrina y procedimiento. El nacionalismo judío había despertado, y los impulsó a estudiar sus libros sagrados; pero poco a poco se confundieron en cuanto al correcto significado de las Escrituras. En vez de poner a un lado sus opiniones preconcebidas y de permitir que el Espíritu de Dios los guiara a toda verdad, cavaron para sí cisternas rotas para beber el error.  Así se pusieron los fundamentos de las interpretaciones erróneas, lo que resultaría en un complejo conjunto de tradiciones (ver t. V, pp. 97-102).  Estos falsos conceptos finalmente dominaron la 21 religión judía y prepararon el camino para que rechazaran completamente a Cristo.

LA TRADICIÓN DE JADÚA Y ALEJANDRO.- Hay pocos registros referentes a los judíos, correspondientes a los reinados de Artajerjes II (Mnemón), 405/404-359/358 a. C. y Artajerjes III (Oco), 359/358-338/337, mientras Johanán y Jadúa eran sumos sacerdotes.

Josefo menciona un hecho relacionado con las conquistas de Alejandro, que, aunque muchos eruditos no lo consideran histórico, lo presentamos debido a su posible relación con la profecía de Daniel acerca de Grecia, y porque no es totalmente imposible si se acepta que el libro de Daniel fue escrito en el siglo VI a. C.

Dice el relato (Josefo, Antigüedades xi. 8. 4, 5) que Alejandro fue de Tiro a Jerusalén, en camino a Egipto, y se le mostró la profecía de Daniel (probablemente cap. 8: 2l); que se impresionó tanto con ella, que concedió grandes favores a los judíos, y no sólo para ellos sino para todos los de raza judía en los países que él pudiera conquistar en el futuro (ver t. III, pp. 374-375). Es cierto que Josefo, relacionando a Sanbalat y a Darío III como contemporáneos, confunde este relato con el del casamiento de la hija de Sanbalat con un hijo de Joiada (Neh. 13: 28); sin embargo no es imposible que un tal Jadúa fuera sumo sacerdote en tiempo de Alejandro, y que pudiera haber ocurrido un hecho tal.  Dios podría haber dirigido a Alejandro tan fácilmente como dirigió a Ciro en los días de Daniel.

Además, otro hecho indujo a Alejandro a otorgar favores a los judíos. Los caudillos samaritanos habían quemado vivo al gobernador Andrómaco, a quien Alejandro había nombrado en Samaria para que administrara toda Celesiria y Palestina. Cuando Alejandro regresó de Egipto vengó esa atrocidad, concedió favores a los judíos y les dio cierto territorio fronterizo reclamado por los samaritanos. 5CBA

LOS JUDÍOS DEL PRIMER SIGLO DE LA ERA CRISTIANA. 

SAMARIA.- Samaria estaba al norte de Judea, en el territorio donde se establecieron las tribus de Efraín, Manasés occidental y parte de Benjamín. Limitaba al norte con la planicie de Esdraelón y el monte Gilboa.  En su centro estaban los montes Gerizim y Ebal, a cuyo pie estaba la antigua ciudad de Siquem (cerca de la actual Nablús), próxima al pozo de Jacob. La ciudad de Samaria, por mucho tiempo la capital del reino del norte de Israel, estaba a unos pocos kilómetros más hacia el norte.  Samaria era un país de colinas y fértiles valles. La enemistad entre judíos y samaritanos se originó cuando se separaron los reinos del norte y del sur (t.II, p. 78), separación que duró desde la secesión en los días de Jeroboan I, en el año 931 a. C., hasta el cautiverio de las tribus del norte en 723/ 722 a. C. Los asirios deportaron a muchos de los israelitas y los reemplazaron con habitantes que eran una mezcla de pueblos paganos de otras provincias que habían conquistado (2 Rey. 17: 24). Esos pueblos trajeron consigo sus dioses paganos; pero cuando sobrevino un desastre a esos nuevos colonos, los asirios -movidos por su superstición- enviaron a Samaria a un sacerdote israelita para que les hiciera conocer al Dios del país. La mezcla de los israelitas que permanecieron en el país con los inmigrantes paganos produjo una religión mixta, que era en parte un culto a Jehová y en parte un ritual pagano.

Cuando los judíos regresaron de Babilonia a Judea, esta mezcolanza religiosa se convirtió en una razón muy poderosa para su odio contra los samaritanos. Casi 48 inmediatamente hubo fricciones entre los dos pueblos (t. III, pp. 71-74, 323-324; ver com.  Esd. 4; Neh. 4; 6). Los samaritanos pusieron estorbos para la reedificación de las ciudades judías, y cuando hicieron propuestas de alianza, los judíos las rechazaron terminantemente. 

Los samaritanos establecieron su propio templo en el monte Gerizim como rival al de Jerusalén. Esta enemistad nunca mejoró. Durante las luchas de los macabeos, los samaritanos cooperaron con Antíoco Epífanes (p. 32; ver com. Dan. 11:14). Entre los dos pueblos no había trato social de ninguna clase (Neh. 2 a 6; Juan 4:9). 5CBA

Donde se debe adorar. Para esa mujer, como para la mayoría de los judíos y de los samaritanos, la religión consistía esencialmente de formas relacionadas con el culto. No comprendía todavía que "los verdaderos adoradores" son los que adoran "al Padre en espíritu y en verdad" (vers. 23).

21. Mujer, créeme. Este es el único caso del NT en que se usa la expresión enfática "créeme".  Comparar con la solemne afirmación "de cierto, de cierto" (ver com. cap. 1:51). Jesús solemnemente exhortó a la mujer a que se olvidara de las formas del culto y de la controversia tradicional entre judíos y samaritanos en cuanto a dónde debían practicarse esas formas cultuales.

La hora viene. Cf. vers. 23.

Ni en este monte. El culto divino no se restringiría a determinada localidad: Judea, Samaria u otro lugar.

Habiendo despertado en la mujer un deseo del "agua viva", cualquiera fuera ésta, y una convicción de que ella la necesitaba personalmente, Jesús prosiguió conduciéndola al punto de la decisión (vers. 21-27).

Concentró en un punto sus pensamientos dispersos definiendo la verdadera religión (vers. 21-23); le extendió una invitación para que se convirtiera en una verdadera adoradora (vers. 23-24), y luego la llevó al punto de la decisión identificándose como el Mesías (vers. 26), y por lo tanto como alguien que hablaba con autoridad espiritual.

Desbarató por completo sus prejuicios y frustró su intento de evadir la cuestión, aclarando que él no compartía los prejuicios religiosos que separaban a los judíos de los samaritanos. Ambos podían llegar a ser "verdaderos adoradores". Finalmente, no ha de haber sino un "redil" (cap. 10:16).

Ella respondió con una honrada confesión de fe en la esperanza mesiánica que compartían los samaritanos. Su pronta acción (cap. 4:28-29) testificó elocuentemente de su decisión.

Aquí Jesús anticipó el día cuando los judíos dejarían de ser el pueblo escogido de Dios.

Adoraréis. Esto incluye a todos los samaritanos que verdaderamente adoran a Dios.

22. La salvación. La única salvación que hay (Hech. 4:12). La religión de los samaritanos era una combinación de la religión hebrea apóstata y del paganismo (pp. 20, 47). Los samaritanos tenían el Pentateuco como su Biblia y se jactaban de ser más ortodoxos que los judíos, pero adoraban a Dios a ciegas -no sabían lo que adoraban- y por lo tanto lo adoraban "en vano" (Mar. 7:7).

Dios dispuso en su providencia que los judíos fueran sus testigos elegidos para las naciones de la tierra (ver t. IV, pp. 28-32).

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Llegaron a ser el recipiente de la voluntad divina revelada y los encargados de velar por ella (Rom. 3:1-2; 9:3-5). Por lo tanto, Jesús afirmó la absoluta superioridad de la religión judía, habiendo ya aclarado que la superioridad en ninguna forma se relaciona con el lugar del culto (Juan 4: 21).

La superioridad del judaísmo consistía en que Dios había elegido al pueblo hebreo para que fuera su representante en la tierra, en que le había confiado los oráculos divinos y en que el Mesías había de ser judío (Rom. 9:4-5).

23. La hora viene. La "hora" del vers. 21 -cuando el lugar del culto deja de ser un asunto de importancia- ha llegado ahora. No es necesario proseguir luchando en la huella del pasado. No es necesario esperar algún tiempo futuro para participar del verdadero culto, para recibir el "agua viva". 

Jerusalén había sido el lugar señalado para el culto (vers. 21) y permanecería así durante un corto tiempo más, pero el verdadero culto puede comenzar "ahora". Lo que importa es cómo se rinde culto y no dónde.

Verdaderos adoradores. Es decir, aquellos cuya adoración emana del corazón, y no el culto que consiste esencialmente en formas rituales realizadas en algún lugar particular.

En espíritu y en verdad. Es decir, con toda sinceridad, con las más excelsas facultades intelectivas y con todo fervor, cuando se aplican al corazón los principios de la verdad (ver com. Mat. 5:3,48; 7:21-27; Mar. 7:6-9). Jesús dice que ésta es adoración genuina; todo lo demás es falso. La misma distinción que aquí se hace entre la adoración verdadera y las formas del culto es claramente presentada por el profeta Miqueas (cap. 6:7-8).

El Padre . . . busca. El Padre no es un dios remoto que no se preocupa de sus hijos, sino que se interesa individualmente en ellos (Isa. 57:15). No sólo acepta a los "verdaderos adoradores", sino que ansiosamente "busca". a los que estén dispuestos a adorarle "en espíritu y en verdad", y los anima a que se le acerquen (ver Eze. 18:31-32; Juan 3:16; Hech. 17:24-31; 2 Ped. 3:9).

 La salvación no es el resultado de los débiles esfuerzos de los hombres que buscan a un Dios indiferente, sino de los incansables esfuerzos de un Padre celestial que, con solícita compasión, busca a sus hijos perdidos (ver com. Mat. 18:12-14; Juan 10:1-21). Juan destaca repetidas veces esta verdad (Juan 3:16; 6:44; 15:16; 1 Juan 4:10). Comparar esto con las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo perdido (Luc. 15:1-32).

24. Dios es Espíritu. Literalmente "Espíritu el Dios". Como un ser espiritual infinito, Dios no está sujeto a las mismas limitaciones de los seres materiales finitos, y, por lo tanto, no se interesa tanto por lugares visibles y formas de culto como por el espíritu con que lo adoran los hombres (ver com. vers. 22).

25. Sé. La mujer tenía razón de vincular el culto verdadero con el tema del Mesías venidero. Los samaritanos basaban sus esperanzas mesiánicas en la predicción de Deut. 18:15,18. Generalmente, se referían al Mesías como a "Taheb", "el que vuelve" o "el Restaurador".

Llamado el Cristo. Evidentemente esta es una frase explicativa añadida por Juan para beneficio de los lectores que no fueran judíos (ver com. cap. 1:38).

26. Yo soy, el que habla. El camino había sido completamente preparado para esta asombrosa revelación que hizo que terminara súbitamente la conversación. ¿Acaso Jesús no había revelado un conocimiento sobrenatural de la vida de ella (ver com. vers. 17-19), y ella ya no lo había reconocido como "profeta"? Teniendo en cuenta Deut. 18:15,18, ella había expresado la creencia de que cuando viniera el Mesías, él declararía "todas las cosas" (Juan 4:25), y ahora este "profeta" declaraba que era el Mesías. Ella llegó en forma natural a la conclusión: No es sólo "un profeta", sino el Profeta a quien Moisés predijo.

27. Se maravillaron. O "quedaron sorprendidos" (BJ, 1966). Los judíos consideraban como algo sumamente indigno que un hombre investido con la dignidad de un rabino conversara en público con una mujer. Una obra literaria judía antigua, Aboth R. N. 2 (Id), aconseja: "Nadie converse con una mujer en la calle; no, ni siquiera con su propia esposa". En la Mishnah se amonesta a los hombres: "No converséis demasiado con las mujeres" (Aboth 1. 5; cf. Talmud "Erubin 53b).

Ninguno dijo. Debido al respeto que tenían por su Maestro, los discípulos no le dijeron nada a él ni a la mujer.

28. Dejó su cántaro. Cuando los discípulos volvieron de la aldea con alimento para Jesús, la mujer estaba por marcharse; su cántaro estaba lleno (DTG 155). 

Estaba ansiosa de llegar a la aldea y contar a otros su gran descubrimiento, y no se preocupó por el cántaro. Había experimentado el deseo, la convicción y la decisión (ver com. vers. 7), y el siguiente paso lógico era la acción: fue a narrar a otros su gran descubrimiento. Esto dio testimonio de la realidad de su decisión. El cántaro que la esperaba era una evidencia muda de su intención de volver sin demora.

29. Todo. Lo que decía la mujer era algo exagerado. Indudablemente, razonaba que si Jesús conocía los profundos y tenebrosos secretos de su vida, ninguna cosa podía ocultarse de él.

El Cristo. En cuanto a la relación entre la evidencia presentada -el conocimiento sobrenatural de Jesús- y la conclusión de que debía ser el Cristo, ver com. vers. 26. 

Con tacto, la mujer presentó su hallazgo en forma de una pregunta, e invitó a los aldeanos para que fueran y examinaran por sí mismos la evidencia. Comparar con la invitación de Felipe a Natanael: "Ven y ve" (cap. 1:46).

30. Salieron. El informe de la mujer impresionó a los aldeanos y los incitó a que investigaran. Al principio su creencia se basó en el informe de la mujer, pero después de la debida investigación, dependió de su propia comprobación (vers. 39, 42).

31. Rabí, come. Velando por el bienestar de su Maestro (vers. 6), los discípulos le habían evitado el esfuerzo innecesario de comprar el alimento. Hacían lo que podían por aliviarle sus cargas.

En cuanto a la palabra "rabí", ver com. cap. 1:38.

32. Comida. La ávida respuesta de la mujer fue más reconfortante para el alma de Jesús que el alimento para su cuerpo.

Las cosas materiales son de poca importancia en la estimación de todos los que realmente son colaboradores con Cristo.

La importancia relativa que los obreros cristianos dan a las cosas materiales en comparación con las cosas del espíritu, es un índice de su consagración (ver com. Mat. 20:15).

33. ¿Le habrá traído alguien? La forma de la pregunta en griego anticipa una respuesta negativa. En realidad, los discípulos no creían que Jesús había comido, pero estaban perplejos al descubrir que ya no tenía hambre (vers. 6).

34. Mi comida. Ver com. vers. 32. Jesús vivía para el único propósito de hacer la voluntad de su Padre (ver com. Mat. 4:4; Luc. 2:49; Juan 6:38). La mayoría de los hombres vive para "la comida que perece" (Juan 6:27), pero Jesús no deseaba nada excepto "la comida que a vida eterna permanece". Las necesidades materiales de la vida eran secundarias frente a su gran propósito de lograr la salvación del hombre (ver com. Mat. 6:24-34; Juan 6:26-58).

Del que me envió. En cuanto al sentido en el que el Padre "envió" a Jesús al mundo, ver com. cap. 3:17. 

Con frecuencia Juan cita a Jesús en relación con su misión divina (Juan 3:17; 5:30,36-37; 6:38,44; 7:18, 28, 33; 8:16,18,26,29; 9:4; 10:25,32,37; 12:44,49; 13:20; 14:10,24,31; 15:21; 16:5; 17:4; ver com. Luc. 2:49).

Acabe su obra. Es decir, la "obra" para la cual Dios envió a su Hijo al mundo (ver com. Mat. 1:21; Juan 17:4).

35. Siega. En Palestina los cereales se sembraban en el otoño y se cosechaban en la primavera (ver t. II, pp. 112-113). 

Puesto que la cosecha de cereales en regiones como Sicar se efectuaba en abril o mayo, este incidente probablemente ocurrió en diciembre o enero (ver Nota Adicional com. Luc. 4. cf. DTG 162).

Mirad los campos. Los discípulos podían ver a los aldeanos que iban al pozo por entre los campos de cereales todavía verdes (DTG 162). 

La semilla de la verdad sembrada en el corazón de esa mujer de Samaria ya había comenzado a dar fruto, y en los dos días siguientes hubo una abundante cosecha (vers. 39-42).

36. El que siega. El sentido y las versiones sugieren que la palabra "ya" debe leerse con el vers. 36: "Ya el segador recibe el salario" (BJ). En el caso de la mujer samaritano, apenas se había completado la siembra de la semilla, cuando llegó el glorioso tiempo de la cosecha (cf. Sant. 5:7). 

Recoge fruto. Ver com. Mat. 13:30.

Vida eterna. Ver com. cap. 3:16.

Goce juntamente. Ver Sal. 126:5-6; Isa. 9:3; com. Luc. 15:7.

37. Uno es el que siembra. Quizá Jesús pensaba en sí mismo como el sembrador y en los discípulos como los segadores (ver Juan 4: 38; cf. Mat. 9:37-38; 10:1), y anticipaba la cosecha mayor de Samaria después de su resurrección (ver com. Hech. 8:6-8, 14,25). En la cosecha de las almas con frecuencia el que siembra la semilla del Evangelio no es el que tiene el privilegio de cosechar (cf. 1 Cor. 3:6-7). En cuanto a Jesús como el sembrador de la buena semilla, ver com. Mat. 13:38,18-23.

38. Yo os he enviado a segar. Indudablemente, Jesús se refería al ministerio en Judea mencionado brevemente (cap. 3:22). En un sentido, Jesús y sus discípulos estaban recogiendo la cosecha de la semilla sembrada por Juan el Bautista. Después de la resurrección los discípulos segarían una abundante cosecha producida por la semilla sembrada durante el tiempo del ministerio de Jesús (ver Hech. 2:41,47; 5:14).

39. Muchos de los samaritanos. Este fue el primer grupo de conversos. 

En el transcurso de los dos días siguientes hubo una segunda cosecha (vers. 41). Mientras cumplían su misión, los setenta visitaron muchos de los pueblos de Samaria, y recibieron una cordial recepción (DTG 452). Después de la resurrección, todavía hubo otra cosecha (ver com. vers. 38).

La palabra de la mujer. Ver com. vers. 29. 

Los que la conocían deben haber vislumbrado lo que estaba incluido en su declaración de que Jesús le había dicho "todo" lo que ella había hecho. El que una persona como ella tuviera una convicción tan profunda en cuanto a cosas espirituales era suficiente para llamar la atención de cualquiera. Con frecuencia Juan hace resaltar que muchos "creyeron" en Jesús (cap. 7:31; 8:30; 10:42; 11:45; 12:42; ver com. cap. 1:12).

40. Dos días. Es decir, el resto de ese día y el día siguiente (vers. 43; ver t. I, pp. 190-192; t. V, pp. 239-241). Estos dos días fueron una ocasión gozosa de siembra y cosecha espiritual.

41. Creyeron. Ver com. cap. 1:12.

Muchos más. Cf. vers. 39.

Por la palabra de él. Los que no se habían convertido por la palabra de la mujer, sin duda porque ponían en duda todo lo que ella pudiera decir, y quizá porque eran más cautelosos para aceptar alguna cosa sin llevar a cabo primero una investigación personal ahora creyeron. Además, quizá algunos no estuvieron presentes para escuchar el testimonio de la mujer.

42. Hemos oído. Testificaban de lo que habían oído. Ninguna evidencia es más convincente que la de la experiencia personal.

Verdaderamente éste es. La presteza de estos samaritanos para aceptar la evidencia de que Jesús era el "Profeta" de quien habló Moisés (ver com. vers. 26), contrasta muchísimo con la incertidumbre con que los judíos lo recibieron (ver com. cap. 1:10-11). Su vida y mensaje constituían una evidencia convincente para los samaritanos de que se había cumplido la predicción de Moisés en la persona de Jesús de Nazaret (ver com. Mat. 1:23; cf. DTG 374).

El Salvador. Ver com. Mat. 1:21.

El Cristo. La evidencia textual establece la omisión (cf. p. 147) de estas palabras.

43. Dos días después. [El hijo del funcionario, Juan 4:43-54; en cuanto a los milagros, pp. 198-203.]. Es decir, el día después de los sucesos registrados en vers. 5-39 (ver com. vers. 40). Ahora se reanuda el viaje de los vers. 3-5.

44. En su propia tierra. Es decir, Nazaret (ver com. Mar. 6:1, 4; cf. DTG 167), no Galilea (ver com. Juan 4:45). 

Juan inserta este comentario para explicar por qué Jesús fue directamente a Caná, unos 13 km más al norte (ver com. cap. 2:1).

45. Los galileos. Ver com. Mat. 4:13. Sin embargo, notar que en Mat. 4:13 se hace referencia al comienzo formal del ministerio en Galilea, unos seis meses más tarde. (Ver Nota Adicional com. Luc. 4).

Habiendo visto. Quizá una referencia a los sucesos narrados en cap. 2:13-23, especialmente los milagros del vers. 23. 

La limpieza del templo (cap. 2:13-22) motivó la propagación de un informe según el cual Jesús se había declarado el Mesías (DTG 167). 

También ellos habían ido. Así como lo hacían todos los judíos piadosos.

 (Ver com. Exo. 23:14-17; Deut. 16:16).

46. Caná. Ver com. cap. 2:1. Había convertido el agua en vino. Ver com. cap. 2:1-11. Jesús estaba ahora entre amigos que ya habían sido testigos del poder divino que obraba mediante él. 

En Capernaúm. Cristo y el "oficial" estaban en Caná, y el hijo en Capernaúm, a unos 25 km de distancia. Jesús había visitado Capernaúm hacía aproximadamente un año (cap. 2:12), pero no se consigna ninguna obra pública realizada allí en ese tiempo.

Oficial del rey. "Funcionario real" (BJ), quizá en este caso un cortesano de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea. Este "oficial" era judío, probablemente herodiano (cf. com. Mar. 3:6). Algunos han sugerido que se lo identifique con Chuza (Luc. 8:3) o Manaén (Hech. 13:1), funcionarios de Herodes que se hicieron cristianos.

47. Cuando oyó. La rapidez con que se divulgó la noticia de que Jesús había vuelto a Galilea testifica de su popularidad (ver Juan 4:45; Mar. 3:7-12).

Vino a él. Este es el primer caso que se registra de un pedido de curación, aunque ya se han mencionado milagros en general (cap. 2:23).

Descendiese. Ver com. cap. 2:12.

A punto de morir. La sabiduría y la habilidad humanas no podían hacer más, y como último recurso el padre viajó a Caná con la esperanza de persuadir a Jesús para que fuera inmediatamente con él a Capernaúm (vers. 49). Al encontrar a Jesús rodeado por una multitud, el padre hizo arreglos para una entrevista privada con él (DTG 168).

48. Si no viereis. De acuerdo con lo que leemos en DTG 168, el padre estaba dispuesto a aceptar a Jesús como el Mesías (ver com. vers. 45) siempre que accediera a su pedido, pensando que Jesús estaría más dispuesto a condescender a fin de ganar a un "oficial" como seguidor suyo. Pero Jesús detectó la falta de sinceridad por el modo de hablar y el comportamiento del "oficial", y comprendió que su fe era imperfecta.

En realidad, tenía algo de fe, pues de lo contrario no hubiera venido. Pero una fe como la suya está lejos de ser perfecta, y Jesús siempre requería una fe completa e incondicional, antes de que pudiera actuar el poder divino.

El "oficial" tenía el plan de creer si podía primero ver. Jesús le pidió que creyera antes de que viera. La fe que depende de la concesión de ciertos pedidos descansa sobre un débil fundamento, y se desmorona ante las circunstancias cuando Dios ve que lo mejor es no conceder lo que se desea. Jesús demoró la respuesta al pedido del funcionario porque éste no estaba listo para recibir lo que había venido a pedir. En su condición mental no merecía recibir nada del Señor (Sant. 1:5-7), y Jesús no podía hacer nada para él hasta que comprendiera su gran necesidad y estuviera dispuesto a ser movido por una fe confiada e incondicional. Por lo tanto, Jesús no le contestó ni sí ni no, y el padre comprendió que su pedido no había sido concedido ni negado.

Señales y prodigios. Es decir, milagros (ver pp. 198-199).

LA NATURALEZA Y EL PROPÓSITO DE LOS MILAGROS.

LOS ESCRITORES DE LOS EVANGELIOS SE REFIEREN A LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR EN VARIOS TÉRMINOS. Los más comunes son dúnamis, "poder", y s'meíon, "señal". El primero se usa cuando se desea caracterizar el milagro como una manifestación del poder divino; el segundo, como una confirmación visible de la autoridad divina de Jesús.  Cuando el escritor desea destacar la reacción de la gente, usa téras, "maravilla", thaumásion, "cosa admirable", éndoxon, "cosa gloriosa", o parádoxon, "cosa extraña". Téras era la palabra común para una "maravilla" hecha por un mago, y por eso los escritores del Nuevo Testamento siempre la acompañan con una de las palabras que indican un milagro genuino como un acto de Dios. Jesús comúnmente hablaba de sus milagros como érga, "obras".

HE AQUÍ DOS DEFINICIONES DE MILAGRO: "Acto del poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas humanas.  Cualquier suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa" (Diccionario de la Real Academia). "En sentido estricto, intervención extraordinaria de la Providencia en el orden natural de las cosas, y puede definirse: suceso ocurrido fuera del orden y de las leyes naturales (supra, contra o praeter naturam) cuya causa excede el poder de toda naturaleza creada" (Martín Alonso, Enciclopedia del idioma).

LA PALABRA MILAGRO DERIVA DEL LATÍN MIRACULUM: "un objeto de admiración", "cosa maravillosa", "cosa extraña", "cosa admirable", "algo asombroso"; de mirari: "maravillarse".

POR LO TANTO, NUESTRA PALABRA "MILAGRO" designa específicamente cualquier suceso que resulta inexplicable debido a las limitaciones del conocimiento humano y a nuestra comprensión. No hay milagros para Dios, pues su conocimiento y su comprensión son infinitos. La apariencia milagrosa de ciertos fenómenos naturales no radica tanto en los hechos mismos como en el efecto que producen en la mente de los seres limitados que los contemplan. El suceso es objetivo, pero su apariencia milagrosa es subjetiva.

A MEDIDA QUE AUMENTAN EL CONOCIMIENTO Y LA COMPRENSIÓN DE LOS HOMBRES, algunos sucesos que antes parecían milagrosos pueden dejar de serlo. Por ejemplo, cuando se inventó la imprenta, se la consideró como algo milagroso y se la atribuyó al diablo. Los hombres de ese tiempo y con esos conceptos, ¿qué habrían pensado de la televisión?  Sin embargo, los milagros de nuestro Señor significaron la acción de un poder completamente desconocido para el hombre y produjeron resultados que aún hoy día no se pueden explicar dependiendo del conocimiento humano.

A PESAR DE TODO, LO QUE PARECE SER UNA VIOLACIÓN DE UNA LEY DE LA NATURALEZA, tal como la comprendemos, podría ser sencillamente la acción de una ley de naturaleza superior y desconocida que modifica o contrarresta una ley inferior y conocida. Por ejemplo, la gravedad atrae todas las cosas hacia la tierra; pero una ley superior de la naturaleza contrarresta la ley de la gravedad cuando un ser viviente levanta esas mismas cosas, cuando el sol eleva hacia la atmósfera toneladas de agua para formar las nubes, o cuando la acción de la capilaridad hace subir la savia desde las raíces de un abeto gigantesco (como las sequoais de California) hasta sus ramas más altas. O cuando una ley puede ser modificada por otra, como en el caso de las fuerzas centrífuga y centrípeta, que se equilibran para mantener un planeta en su órbita. Las fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con la expresa voluntad de Dios, y por esto es difícil pensar o demostrar que los milagros sean una violación de la ley natural. Sería más correcto considerarlos como variaciones de la acción de una ley natural tal como la conocen y entienden los hombres. Dios nunca procede en contra de sí mismo. 199

UN MILAGRO DE CURACIÓN NO ES MAYOR QUE EL MILAGRO DE UNA VIDA TRANSFORMADA. En realidad, una vida tal es el mayor de todos los milagros. Y Dios sencillamente actúa en cada uno de ellos en forma que no podemos comprender plenamente, para nuestro bien en esta vida y en la venidera. Hay una ley espiritual que determina que "la paga del pecado es muerte"; pero hay otra ley superior que enseña que "la dádiva de Dios es vida eterna" (Rom. 6:23; 7:21 a 8:4). Ver DTG  373-374.

PARA PODER COMPRENDER EL PROPÓSITO por el cual se produjeron los milagros de Jesús y las condiciones bajo las cuales pudieron ser hechos, es necesario verlos en su verdadera perspectiva, tal como se relacionan con el ministerio de Jesús en la tierra.

¿POR QUE JESÚS HIZO MILAGROS? Cada milagro de nuestro Señor tuvo un propósito definido. Nunca ejerció su poder divino para satisfacer la curiosidad ociosa o para demostrar que tenía la facultad de proceder así (DTG 678), o para beneficiarse a sí mismo (DTG 677). "Sus obras admirables fueron todas hechas para beneficio de otros" (DTG  95; cf. 373), y contribuyeron material y espiritualmente al bienestar de ellos. De esa manera procuraba que los hombres estuvieran seguros del amor, la simpatía y la protección de su Padre celestial.  

La evidencia de la obra de Cristo en favor de los hombres, demostrada en formas extraordinarias los guiaría a una mejor comprensión y a un aprecio más profundo de la forma en que él suple las necesidades de ellos día tras día en los sucesos más comunes de la vida (DTG  334-335).

LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR TAMBIÉN ILUSTRABAN VERDADES ESPIRITUALES. El paralítico de Capernaúm primero fue curado de su parálisis espiritual (Mat. 2: 9-11).  El ciego de Siloé disfrutó de la restauración de su vista natural y de la espiritual (Juan 9:5-7, 35-38). El pan que se dio a los 5.000 tenía el propósito de conducirlos al Pan de vida que descendió del cielo (Juan 6:26-35). 

La resurrección de Lázaro demostró el poder de Cristo para impartir vida a todos los que creen en él (Juan 11:23-26; cf. 5:26-29) y su poder para infundir nueva vida en los que están espiritualmente muertos. "Cada milagro era de un carácter destinado a conducir a la gente al árbol de la vida, cuyas hojas son para la sanidad de las naciones" (DTG 334).

LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR TESTIFICABAN, POR SOBRE TODO, De Su Misión Divina Como El Salvador De La Humanidad y daban validez a la verdad de su mensaje. Jesús se refirió una y otra vez a sus obras asombrosas como una evidencia de su autoridad divina y de su mesianismo (Mat. 11:20-23; Juan 5:36; 10:25, 32, 37-38; 14:10-11); y por eso los de sincero corazón reconocían la divinidad que obraba en Cristo y mediante él (Mat. 13:54; Luc. 9:43; 19:37; 24:19; Juan 3:2; 6:14; 9:16, 33).

LOS MILAGROS DE CRISTO NO SÓLO CONTRIBUYERON EN UNA FORMA GENERAL para la comprensión de esos propósitos, sino que cada uno -por lo menos los registrados en los Evangelios- parece haber sido significativo en sí mismo y por sí mismo (ver com. Luc. 2:49). Por eso, un estudio de los milagros de nuestro Señor debiera incluir una investigación de sus resultados, y, por lo tanto, del propósito que los produjo y qué indujo a los evangelistas a registrarlos (ver la columna "Propósito Y [o] resultado(s)", pp. 200-203).

¿EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS HIZO JESÚS MILAGROS? "Cristo no realizó nunca un milagro que no fuese para suplir una necesidad verdadera" (DTG 334). Dios no recibe honra cuando se acude a él para que haga lo que los hombres pueden hacer por sí mismos. El propósito final de un milagro sólo se puede comprender cuando los hombres reconocen que sus necesidades superan a su sabiduría. No hay duda de que primero debe haber un profundo sentido de necesidad. Luego debe creerse que Dios puede proporcionar la ayuda que se necesita tan desesperadamente y que él la proporcionará, También debe existir un ferviente deseo y un intenso anhelo de que Dios 200 supla esa necesidad. Debe haber una disposición del corazón y de la mente de avanzar por fe, en armonía con todo lo que Dios pueda pedir. Finalmente tiene que sentirse la disposición de ordenar la vida desde ese momento en armonía con los principios del reino de los cielos y de dar testimonio del amor de Dios y de su poder.

No creeréis. O "nunca jamás creeréis". En griego, la doble negación da más énfasis a esta aseveración. El funcionario debe haber reconocido esto como un reflejo de sus propios pensamientos (ver com. cap. 1:47-49). Las palabras de Jesús están en plural porque pensó en los dirigentes judíos y en otros cuyo proceder era igual al de este funcionario, y lo clasificó con sus compatriotas como incrédulos (ver Juan 2:18; 6:30; 1 Cor. 1:22; com. Mat. 16:1-9). 

Por el contrario, la gente de Samaria había creído en Jesús y lo había recibido cordialmente con fe sencilla (Juan 4:41-42). Jesús sentía dolor porque sus propios compatriotas eran tan lentos para creer (ver com. cap. 1:10-11). Tenía una dádiva mayor para el funcionario que la que él había venido a pedir, la dádiva de la salvación, y no podía concederle la dádiva menor, la curación del hijo, sin la mayor (ver p. 199; DTG 168).

49. Señor. Ver com. vers. 11.

Antes que mi hijo muera. La transformación que se necesitaba tuvo lugar en un momento, fue instantánea. El padre, comprendiendo que Jesús le leía el corazón, sintió que sus motivos eran egoístas. Comprendió que su única esperanza de que se salvara su hijo estaba en que su fe fuera implícita e incondicional, y sin vacilaciones renunció a su orgullo descreído y falso. Refiriéndose con amor a su hijo, el padre empleó un diminutivo (paidíon, "niñito" en griego), palabra diferente de la que se traduce como "hijo" (Gr. huiós) en el vers. 46.

50. Ve. Una vez que se efectuó la transformación necesaria, no hubo demora en la concesión del pedido, aunque en una forma que el padre no había esperado. Había buscado a Jesús para que "descendiera" a Capernaúm, pero Jesús sencillamente le dijo "ve" ("vete", BJ). De esa manera, le pidió al funcionario que se fuera sin la seguridad de que había sido concedida su petición (ver com. vers. 48). La fe del funcionario fue puesta a prueba. Debía aceptar la dádiva por fe.  Debía actuar por fe, creyendo que había recibido lo que había venido a pedir.

Vive. El texto griego expresa la idea no sólo de que el hijo "vive" sino que continuaría viviendo.

El hombre creyó. Aunque su intención había sido ver antes de creer, aceptó la palabra de Jesús.  Procedió por fe, y como resultado la paz y el gozo llenaron su corazón (ver DTG 168-170; com. cap. 1:12).

51. Descendía. La distancia no era más que unos 25 km. Caná estaba en la zona montañosa de Galilea, quizá a una altura de unos 250 m; Capernaúm, en cambio, estaba a orillas del mar de Galilea, a 208 m bajo el nivel del mar, unos 450 m más abajo. El viaje de regreso normalmente le habría llevado cuatro o cinco horas, y con facilidad podría haber sido hecho esa misma tarde. Aunque el padre había estado ansioso por la vida de su hijo, su nueva fe le hizo comprender la realidad de la dádiva preciosa que había recibido, y no se apresuró indebidamente para regresar.

Sus siervos salieron a recibirle. Esto ocurrió a la mañana siguiente, mientras el funcionario todavía estaba a cierta distancia de su hogar.

Tú hijo vive. Los siervos fueron el eco de las mismas palabras que Jesús había hablado el día anterior (vers. 50).

52. A las siete. Es decir, aproximadamente a la 1:00 de la tarde (cf. cap. 1:39; 4:6).

53. Aquella era la hora. "La misma hora" (BJ). Era evidente la relación de causa y efecto. Si la curación se hubiera efectuado más temprano o más tarde, habría quedado una duda en cuanto a si se podía atribuir a otra causa que a la voluntad y a las palabras de Jesús.

Creyó. La palabra aquí se usa en el sentido absoluto. El padre aceptó a Jesús como el Mesías o -como diríamos- se hizo cristiano. Fueron abarcantes los resultados de este milagro. El muchacho se curó, toda la familia creyó, y el camino quedó preparado para Jesús cuando, unos seis meses más tarde, hizo de Capernaúm el centro de su ministerio en Galilea (ver com. Luc. 4:31).

54. Segunda señal. "Segundo milagro" (VM). Cf. cap. 2:11. En cuanto a la bienvenida popular que le brindaron a Jesús los habitantes de la ciudad de Capernaúm, ver com. Mar. 1:32-37,45. (5CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-42. DTG 155-166. "JUNTO AL POZO DE JACOB"

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-19-junto-al-pozo-de-jacob.html

43-54. DTG 167-170. "SI NO VIEREIS SEÑALES Y MILAGROS"

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-20-si-no-viereis-senales-y.html

Ministerio Hno. Pio


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