lunes, 28 de junio de 2021

712. MINISTERIO EN PEREA, OTOÑO A PRIMAVERA, AÑO 30-31 DC/ Enseñanza Mediante Parábolas (LUCAS 17).

Lucas 17. Vers. (1-2) Cristo amonesta a no ofender a nadie, (3-5) y a perdonarse mutuamente. (6) El poder de la fe. (7-10) Cómo nos unimos a Dios; no Dios a nosotros; 

(11-21) Cristo sana a los diez leprosos. (22-37) Sobre el reino de Dios y la venida del Hijo del Hombre.

1 DIJO Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiera, perdónale. 4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. 5 Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.

6 Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.

¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? 8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?  Pienso que no. 10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. 

11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 

15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios?  Y los nueve, ¿Dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

20 Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, 21 ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.

22 Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. 23 Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis. 24 Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día. 

25 Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación. 

26 Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. 27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. 28 Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30 Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.

31 En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará.

34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado. y el otro será dejado. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada36 Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado. 37 Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor?  Él les dijo: Donde estuviera el cuerpo, allí se juntarán también las águilas. (Lucas 17).

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.

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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16

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LAS PARÁBOLAS Y SU INTERPRETACIÓN. La palabra "parábola" deriva del Gr. parabol': :uxtaposición", "comparación", "ilustración", "parábola", "proverbio"; de un verbo que significa "poner una cosa al lado de otra [para comparar]", "situar al lado de".

El vocablo Gr. pa'rabol' y su equivalente hebreo (t. III, p. 957) tienen un significado más amplio que la palabra "parábola"; sin embargo, las parábolas que se presentan como tales en este Comentario son las que con propiedad caven dentro de los límites más estrictos de la palabra 194 parábola. De acuerdo con la definición expuesta, la parábola es una narración cuyo principal propósito es enseñar una verdad; pero literariamente hablando es una alegoría o sucesión de metáforas. Muchas de las parábolas de Cristo fueron tan breves que pueden considerarse como metáforas o proverbios.

UNA PARÁBOLA ES EN LOS EVANGELIOS UNA NARRACIÓN "colocada al lado de" cierta verdad espiritual con el fin de hacer una "comparación". Las parábolas de nuestro Señor se basaban, por lo general, en hechos comunes de la vida diaria familiar de sus oyentes, y con frecuencia se trataba de hechos específicos que acababan de ocurrir (ver DTG 462) o de algo que los oyentes podían ver en ese momento (PVGM 16; cf. DMJ 34,35). La narración era simple y breve, y por lo general su conclusión era tan obvia que no admitía confusiones (Mat. 21: 40,41); y se colocaba paralelamente la verdad espiritual con el propósito de ilustrar a ésta. 

La parábola se convertía así en un puente por el cual los oyentes podían ser conducidos hacia la comprensión y apreciación de esa verdad. La narración comenzaba al nivel de los oyentes, y Jesús dirigía los pensamientos hacia donde él quería valiéndose de un miedo agradable y familiar. Era una ventana a través de la cual el alma podía contemplar perspectivas de una verdad celestial.

POR MEDIO DE PARÁBOLAS JESÚS (1) despertaba el interés, la atención y las preguntas; (2) enseñaba verdades desagradables sin despertar prejuicios; (3) eludía a los espías que lo perseguían implacablemente; (4) creaba en la mente de sus oyentes impresiones duraderas que se renovarían e intensificarían cuando vieran nuevamente las escenas presentadas en la parábola o pensaran en ellas; (5) convertía la naturaleza en un instrumento para conocer a Dios.  Las parábolas revelaban la verdad a los que querían recibirla, y, a veces, la ocultaba a otros.

AL ESTUDIAR LAS PARÁBOLAS DE JESÚS ES IMPORTANTÍSIMO SEGUIR PRINCIPIOS CORRECTOS DE INTERPRETACIÓNEsos Principios Pueden Resumirse Brevemente Así: 1. Una parábola es un espejo por el cual se puede ver la verdad; pero no es la verdad misma. 2. El contexto en que se presenta una parábola -lugar, circunstancias, personas a las que se dirigió la parábola y el problema que se trataba- debe tomarse en cuenta y convertirse en la clave para su interpretación. 3. La introducción y conclusión de Cristo a la parábola aclaran generalmente su propósito fundamental.

4. Cada parábola ilustra un aspecto básico de una verdad espiritual. Los detalles de una parábola sólo son significativos cuando contribuyen a aclarar ese punto especial de verdad. 5. Antes de que se pueda entender el significado espiritual de la parábola, es necesario tener una clara perspectiva de la situación descrita en la parábola: costumbres orientales y modalidades de pensamiento y expresión.  Las parábolas son cuadros verbales vívidos que deben verse para que puedan ser entendidos. 6. Es un hecho fundamental que una parábola tiene el propósito de ilustrar la verdad, y generalmente una verdad particular; por lo tanto, no se debe basar ninguna doctrina en los detalles incidentales de una parábola. 7. La parábola se debe interpretar, sea en conjunto o sea en parte, teniendo en cuenta la verdad que tiene el propósito de enseñar, tal como se presenta en lenguaje literal en el contexto inmediato y en otras partes de las Escrituras.

1. Dijo Jesús. [Perdón y fe, Luc. 17:1-6.] Nada se dice en cuanto al tiempo ni al lugar donde ocurrió esta parte del relato de Lucas. No parece haber relación directa con el capítulo anterior en lo que a contenido se refiere, y más aún: los fariseos, a quienes Jesús se dirigió antes (ver com. cap. 16:14), parecen estar ausentes ahora (Luc. 17:1-19). Se registra un viaje (cap. 17:11) antes de que aparezcan de nuevo los fariseos en el relato (vers. 20), por lo tanto es muy probable que hubiera una transición de tiempo y de lugar entre los cap. 16 y 17. 

Según lo que se registra en el cap. 17, parece que en este viaje Jesús pasó por Samaria hasta los límites de Galilea, y finalmente de nuevo hasta el otro lado del Jordán, a Perea (ver com. Luc. 17:11; mapa p. 213).

La falta de una conexión clara entre las diversas subdivisiones de las instrucciones impartidas en los vers. 1-10, ha inducido a algunos a pensar que aquí Lucas refiere lo esencial de lo que fue presentado en diversas ocasiones. Esto es muy posible, pero también puede ser que Lucas haya registrado aquí los puntos culminantes de las enseñanzas de Jesús a sus discípulos durante el transcurso de este viaje.

Al mismo tiempo, es posible descubrir una relación básica entre las diversas partes, pero es discutible que haya, unidad de pensamiento en esta sección.

En los vers. 1-2 Jesús afirma que es pecado inducir a otros a pecar, y en los vers. 3-4 indica a los discípulos el deber de perdonar a otros cuando los ofenden. 

Los vers. 5-6 se refieren a la fe como algo esencial para poder vivir los principios del Evangelio; y en los vers. 7- 10 se narra una parábola que ilustra los principios evangélicos.

Con referencia a los vers. 1-2, ver com. Mat. 18:6-7.

Tropiezos. Gr. skándalon, "motivo de tropiezo" (ver com. Mat. 5:29).

3. Mirad. Con referencia a los vers. 3-4, ver com. Mat. 18:15-22.

No perdonar a otros es una forma de inducirles a caer en imprudencias y pecados. Luc. 17:1-2 se refiere a nuestros pecados contra otros; los vers. 3-4 atañen a nuestra actitud cuando otros pecan contra nosotros. No debemos ser tropiezo para otros, y al mismo tiempo debemos ser misericordiosos con ellos cuando nos hacen tropezar.

Contra ti. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la ausencia de estas palabras (no están en la BJ ni en BC), aunque el contexto indica que evidentemente Jesús se refiere a este tipo de falta.

4. Siete veces. Ver com. Mat. 18:21-22.

5. Los apóstoles. No es claro si Lucas distingue aquí entre los doce como "apóstoles" y los otros que generalmente seguían a Jesús como "discípulos" (vers. 1). Los vers. 5-6 se refieren al poder de la fe.

Auméntanos la fe. Ver com. Mat. 17:20. El contexto sugiere que este pedido probablemente fue hecho en otro momento que el que se describe en Luc. 17:1-4 (ver com. vers. 1).

Parece que los "apóstoles" sentían que tenían cierta medida de fe, pero comprendían que no era suficiente.

6. Fe. Tener fe, dijo Jesús, no significa cantidad sino calidad. Una persona tiene fe o no la tiene. Una cantidad ínfima de fe es suficiente para llevar a cabo tareas aparentemente imposibles. Lo que importa en la fe no es tanto la cantidad, sino que sea verdadera.

Sicómoro. Gr. sukáminos, "morera negra" (Morus nigra), que sólo aparece aquí en el NT. El nombre del sicómoro de Luc. 19:4 (ver comentario respectivo) deriva del Gr. sukomoréa. Ninguno de los árboles corresponde con el que comúnmente se denomina "sicómoro" en las Américas.

Plántate en el mar. Es probable que Jesús escogiera a propósito una ilustración tan difícil que pareciera absurda. Evidentemente no tenía la intención de que sus discípulos realizaran trucos de magia de esa clase. Esta ilustración es similar a la del camello que no puede pasar por el ojo de una aguja (ver com. Mat. 19:24). 

Las dos cosas son tan difíciles que literalmente resultan imposibles, y, por lo tanto, Jesús no se proponía que sus discípulos las consideraran literales. Ninguno de los milagros de Cristo fue de esa clase.

7. ¿Quién de vosotros? [El deber del siervo, Luc. 17: 7-10. Con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Parece que esta breve parábola fue presentada en respuesta al pedido registrado en el vers. 5, aunque esta relación no es segura.

 La fe capacita a los hombres para cumplir con su deber como hijos de Dios (ver com. vers. 10). Si no existe esta relación con el vers. 5, la parábola quizá fue presentada a los discípulos en otro momento del viaje descrito brevemente en el vers. 11 (ver com. vers. 1).

Siervo. Gr. dóulos, "esclavo". 

Ara. La casa del amo probablemente estaba en la aldea, y sus tierras, a poca distancia.

 Los siervos generalmente se iban por la mañana a trabajar en los campos, y regresaban por la noche (ver com. Núm. 35:4; Rut 2:3; 3:4; 4:1).

Luego. Gr. euthéÇs, "inmediatamente" (ver com. Mar. 1:10). El adverbio euthéÇs, modifica la forma verbal "pasa"; es decir, que el amo no le dice inmediatamente que pase a la mesa, sino que pase inmediatamente a la mesa.

8. ¿No le dice más bien? La construcción de la frase en griego indica que se espera una respuesta positiva (ver com. cap. 6:39). Compárese con la respuesta negativa que se espera en el cap. 17:9.

Cíñete. Ver com. Sal. 65:6.

9. ¿Acaso da gracias? La construcción de la frase en griego indica que se espera una respuesta negativa a la pregunta (ver com. cap. 6:39). Compárese con la respuesta positiva que se espera en Luc. 17:8.

Pienso que no. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta frase. (La omiten la BJ, BC y NC.)

10. Siervos inútiles somos. Es decir, no merecemos ningún elogio especial. El amo ha recibido lo que ellos le deben, pero nada más digno de mencionarse. No ha sido beneficiado por su servicio hasta el punto de que debe sentirse obligado a honrarlos de una manera especial. Tienen su jornal, y eso es todo lo que deben esperar. No tiene ninguna obligación particular para con ellos. En otras palabras, Jesús tenía derecho de esperar mucho de sus discípulos, y Dios tiene derecho de esperar mucho de nosotros hoy. Cuando hacemos para él lo mejor que podemos, no por eso queda en deuda con nosotros, pues sólo hemos hecho lo que nos corresponde hacer.

Pablo refleja el espíritu del verdadero servicio cuando destaca que todo lo que ha sufrido y soportado por la causa de Cristo no es nada de que deba gloriarse (1 Cor. 9:16). Su servicio fue motivado por un profundo sentido de obligación a su Maestro. Cuando predicaba el Evangelio estaba cumpliendo con una imperiosa obligación: "¡Ay de mí si no anunciaré el evangelio!" (1 Cor. 9:16).

11. Yendo Jesús a Jerusalén. [Diez leprosos son limpiados, Luc. 17:11-19.  Cf. com. Mar. 1:40-45; ver mapa p. 213; diagrama p. 221; con referencia a milagros, pp. 198-203.] Parece que este viaje, que se menciona brevemente, fue una gira, primero por Samaria, después por los límites de Galilea, y después probablemente cruzando el Jordán, por Perea, para llegar finalmente a Jerusalén. Si así fue, es posible, según lo han sugerido algunos, que este viaje debe ser el mismo que se menciona en Juan 11:54, durante el cual Jesús y sus discípulos se retiraron hacia el norte desde Betania y Jerusalén para evitar la manifiesta hostilidad que se produjo a raíz de la resurrección de Lázaro (vers. 53). Este viaje hacia el norte los habría llevado hasta los límites de Galilea. De este modo, aunque Jesús en verdad se iba alejando de Jerusalén, estaba haciendo la última gira que finalmente lo llevaría de nuevo a esta ciudad y a la cruz. Es probable que durante el transcurso de este viaje Jesús también permaneciera en Samaria por un breve lapso con sus discípulos, dedicando por lo menos parte del tiempo a ministrar a la gente allí. A este viaje tal vez le siguió un breve período en Perea, de donde Jesús pasó por Jericó y Betania para asistir a la última pascua.

Entre. La evidencia textual establece (cf. p. 147) el texto día méson, "entre" en vez de diá mésou, "por medio de" (RVA). 

Lucas no parece referirse ahora a un viaje a través de Samaria y de Galilea, de donde Jesús había partido por última vez (ver com. Mat. 19:1-2) pocas semanas o meses antes, sino a un viaje por el límite entre las dos regiones mencionadas.

12. Diez hombres. Los leprosos no estaban dentro de la aldea, pues esto no les era permitido. Se acercaron a Jesús cuando estaba a punto de entrar en la aldea. Posiblemente vivían juntos en alguna rústica choza en los campos, a cierta distancia de la aldea. Con referencia a la lepra, a las restricciones que se imponían a los leprosos, a la actitud de los judíos para con los que tenían lepra y las estipulaciones rituales que se aplicaban a quienes se curaban de esa enfermedad, ver com. Mar. 1:40-45, donde se registra el primer caso de que Jesús sanara a un leproso.

Se pararon de lejos. Como lo exigía la ley. A los leprosos no se les permitía que se acercaran a otras personas, ni siquiera en los caminos. Estos leprosos fueron más cuidadosos en observar la ley del aislamiento que el leproso mencionado en Mar. 1:40-45.

13. Maestro. Gr. epistátes (ver com. cap. 5:5).

14. Mostraos. Como lo exigía la ley de Moisés (ver com. Mar. 1:44).

Mientras iban. La curación dependía de que actuaran con fe. No fueron sanados mientras permanecieron en presencia de Jesús, sino cuando procedieron a cumplir las instrucciones del Maestro. Cuando se apartaron de Jesús aún eran leprosos. Si hubieran aguardado una evidencia visible de que habían sido sanados antes de partir para Jerusalén, donde serían declarados limpios, es evidente que la curación nunca habría ocurrido. 

Era necesario que actuaran por fe, como si ya hubieran sido sanados, antes de que la curación se efectuara. El que no se allega al Señor con fe no debe esperar "que recibirá cosa alguna del Señor" (Sant. 1:7; cf. Heb. 11:6). 

La obediencia manifiesta que hay fe, porque "la fe sin obras es muerta" (Sant. 2:17-20). El que tiene una fe genuina vivirá de acuerdo con todos los mandatos de Dios; pero sin fe es imposible e inútil obedecer. Fe y obediencia se complementan; la una no puede existir sin la otra (Sant. 2:17).

15. Uno de ellos. Sólo uno (cf. vers. 17).

Glorificando a Dios. Uno de ellos comprendió que el poder divino lo había liberado de las ataduras de su espantosa enfermedad, y puso en primer lugar lo más importante: glorificó a Dios. Este samaritano se destaca en el registro evangélico como un modelo de gratitud.

16. Se postró rostro en tierra. Esta es la típica posición de súplica y gratitud en el Cercano Oriente, ya sea para con Dios o para con una persona (ver com. Est. 3:2).

Era samaritano. Los otros nueve posiblemente creyeron que como eran hijos de Abrahán, merecían ser curados. Pero este samaritano, que quizá consideraba que no merecía la bendición de la salud que tan repentina e inesperadamente había recibido, apreció el don que el cielo le había concedido. 

Los que se olvidan de agradecer a Dios por las bendiciones que reciben y no aprecian verdaderamente lo que Dios hace por ellos, corren el grave peligro de olvidarlo por completo (Rom. 1:21-22).

17. Los nueve, ¿Dónde están? Una clara evidencia de que a Dios le agrada si apreciamos las bondades recibidas de su mano. Los nueve deberían haber estado profundamente agradecidos, pero era evidente que no lo estaban. Por lo menos no expresaron ningún aprecio.

18. Extranjero. Otros ejemplos de curación de personas no judías aparecen en Luc. 7:1-10; Mat. 15:21-28; Mar. 7:31-37; 8:22-26. Con referencia al significado de la palabra "extranjero" en el AT, ver com.  Exo. 12:19, 43, 45; 20:10; Núm. 9:14; Deut. 10:19; 14:21, 29.

19. Tu fe. Ver com. cap. 17:14.

20. Preguntado por los fariseos. [La venida del Reino, Luc. 17:20-37. Cf. com. Mat. 24:3, 26-41.] No sabemos si los fariseos se encontraron con Jesús durante este viaje (ver com. vers. 11) o después de su llegada a Perea. Es probable que transcurriera entonces el mes de marzo del año 31 d. C., a lo sumo unas pocas semanas antes de la pascua. 

Compárese este episodio con anteriores exigencias de los fariseos para obtener información de Juan el Bautista (Juan 1:19-22) y de Jesús (Mat. 16:1; Mar. 2:16; Juan 2:18).

Cuándo había de venir el reino. Habían transcurrido casi cuatro años desde que Juan el Bautista comenzara a proclamar que "el reino de los cielos" se había acercado (Mat. 3:2; ver com. vers. 1). La gente de Galilea había escuchado a Jesús proclamando el mismo mensaje por lo menos durante dos años (ver com. Mat. 4:12; Mar. 1:15).

Ahora los fariseos se acercan a preguntar cuánto tiempo más deben esperar antes de ver una evidencia concreta de que el reino verdaderamente estaba por llegar. Al hacer esta demanda, los fariseos estaban desafiando la autenticidad del mesianismo de Jesús e insinuaban que era un falso mesías.

De Dios. Según puede verse, el concepto equivocado de los fariseos acerca del reino mesiánico fue lo que los impulsó a hacer esta pregunta (ver com. cap. 4:19). Entendían que el reino de Dios era una organización política, y que el Mesías Rey sería un gobernante temporal que dominaría todas las naciones y las subyugaría al gobierno judío (ver t. IV, pp. 27-40). Sus egoístas sueños todavía no se habían materializado, y por lo tanto estaban seguros de que el "reino" aún no había llegado. El reino todavía era futuro para ellos.

No vendrá con advertencia. Mejor "no viene el reino de Dios con observación"; es decir, no puede observarse su venida. El reino del cual Juan y Jesús habían hablado -el reino de la gracia- ya se encontraba presente; pero los ciegos fariseos no lo habían detectado porque sólo estaban observando la apariencia externa de las cosas (1 Sam. 16: 7). 

No habían visto ninguna señal que pudiera darles a entender que se acercaba la clase de reino que ellos esperaban. Se necesitaba discernimiento espiritual para percibir la venida del reino de la gracia divina al corazón de los hombres (ver com. Luc. 17:21).

21. Entre vosotros. El griego puede entenderse "entre vosotros" o "dentro de vosotros". Se ha discutido cuál significado conviene al contexto. La única otra vez que se emplea la palabra que aquí se traduce "entre", tiene claramente el sentido de "dentro" y no de "entre" (Mat. 23:26).

El reino de la gracia divina ciertamente no estaba en el corazón de los fariseos, y este hecho ha inducido a muchos comentadores a preferir la traducción "entre vosotros". Sin embargo, Jesús claramente se estaba dirigiendo a los fariseos (ver com. Luc. 17:20).

Por otra parte, debería notarse que a pesar de eso, la declaración de Jesús no necesita entenderse con el sentido de "entre".  Sencillamente podría haberles estado diciendo que el reino de Dios no es algo que uno puede esperar que verá observando cuidadosamente con los ojos, sino que para descubrirlo hay que encontrarlo dentro del corazón de cada uno.

22. Dijo a sus discípulos. No se sabe si esto fue en presencia de los fariseos (ver com. vers. 20-21) o en algún momento posterior cuando Jesús estuvo solo con sus discípulos. Parece que la plática de los vers. 22-37 fue pronunciada inmediatamente después de los comentarios de los vers. 20-21 o poco después.

Tiempo vendrá. El discurso de los vers. 22-37 se refiere al reino futuro de la gloria y no al reino actual de la gracia divina (ver com. Mat. 4:17; 5:2-3). Jesús ha afirmado que el reino de la gracia ya está presente, que ha sido establecido y que actúa en el corazón de los hombres (Luc. 17:21). Pero advierte ahora a sus discípulos que el reino de gloria, el cual los fariseos erróneamente creían que era el tema de la enseñanza de Jesús, todavía es futuro; "tiempo vendrá" contrasta con "está entre vosotros" (vers. 21).

Desearéis ver. Desearían ver el establecimiento real del reino de la gloria cuando venga el Hijo del hombre (ver com. Mat. 25:31). Jesús habla aquí del anhelo del corazón de todo verdadero discípulo de que llegue el pleno cumplimiento del reino venidero. El anhelo de los doce se intensificaría a medida que meditaran en las oportunidades que habían tenido en el pasado al caminar y hablar con su amado Maestro (DTG 467), pero que en esos momentos no habían apreciado plenamente. Jesús estaba ahora con ellos, pero muchos no estimaban debidamente su presencia. Cuando les fuera quitado, su aprecio del privilegio de estar con él aumentaría grandemente. Antes de su partida les prometería volver otra vez (Juan 14:1-3), y en su ausencia anhelarían ardientemente su prometido regreso.

Hijo del Hombre. Ver com. Mat. 1:1; Mar. 2:10. No lo veréis. Porque el momento de la segunda venida no había llegado aún.

23. Helo aquí. Ver com. Mat. 24:23,26. Cuando Jesús venga por segunda vez, su aparición no se circunscribirá a un lugar específico, sino que será universal.

Ni lo sigáis. Ya habían surgido muchos falsos mesías, y aparecerían muchos más. Teudas, a quien habían seguido cuatrocientos hombres y Judas de Galilea, quien "llevó en pos de sí a mucho pueblo", quizá pueden haberse contado entre los falsos mesías (Hech. 5:36-37).

El Desierto era con frecuencia el lugar donde se congregaban estos entusiastas agitadores políticos. A pesar del intenso anhelo de los discípulos de que su Maestro volviera, no debían dejarse engañar pensando que un mesías advenedizo y militar pudiera ser el Cristo.

24. Como el relámpago. Ver com.  Mat. 24: 27. El regreso de Jesús vendrá repentina e inesperadamente como un relámpago (cf. 1 Tes. 5:1-5), pero en forma visible y dramática.

25. Primero es necesario que padezca. La cruz debía preceder a la corona (ver com. Mat. 16:21; Mar. 9:31; etc.). Los discípulos no debían esperar de inmediato el reino de gloria (ver com. Mat. 25:31).

Desechado por esta generación. Ver com. Mat. 11:16; 23:35-38.

26. Como fue. Ver com. Mat. 24:37.

27. Comían. Mientras los antediluvianos llevaban a cabo sus actividades normales, vino el diluvio y los sorprendió. No esperaban un cambio tan brusco y repentino. Estaban absortos en sus actividades y placeres mundanales, adormecidos por una falsa sensación de seguridad. No estaban suficientemente preocupados por lo que vendría (ver com. Gén. 6:5-13; cf. 2 Ped. 2:5).

28. Los días de Lot. Ver com. Gén. 18:20-21; cf. 2 Ped. 2:7-8.

29. Fuego y azufre. Ver com. Gén. 19:24-25; cf. 2 Ped. 3:7, 10-12; Apoc. 20:9.

30. Hijo del Hombre. Ver com. Mat. 1:1; Mar. 2:10; cf. Luc. 17:22. 

Se manifieste. Gr. apokalúptÇ, "descubrir", por lo tanto, "manifestarse". 

La palabra "apocalipsis" deriva del verbo apokalúptÇ, y significa "revelación". 

El verbo se refiere aquí a la revelación del Hijo del hombre en poder y gloria, así como algunas veces el sustantivo apokálupsis, "apocalipsis", se refiere a la venida de Jesús (ver 1 Cor. 1:7; 2 Tes. 1:7; 1 Ped. 1:7,13).

31. En aquel día. Compárese con la doble profecía de Mat. 24:15-20, según la cual el caso de los cristianos que estuvieran viviendo en Jerusalén cuando la ciudad cayera ante los romanos en el año 70 d. C., en cierta medida representaría el de los cristianos antes de la segunda venida de Cristo (ver com. Mat. 24:16-17).

En la azotea. Ver com. Mat. 24:17. Sus bienes. Las posesiones materiales tienen poco valor cuando la vida está en peligro, y procurar salvarlas puede llevar a la pérdida de la vida. A Lot de nada le valieron las posesiones que tenía en Sodoma cuando tuvo que huir. Pudo alegrarse de haber escapado con vida (ver com. Gén. 19:17).

32. Acordaos de la mujer de Lot. La esposa de Lot se convirtió en un tristísimo ejemplo de los resultados del desmesurado apego a las cosas materiales de esta vida. Su deseo de aferrarse a las cosas que acababa de dejar en Sodoma le causó su muerte (ver com. Gén. 19:26).

33. Salvar su vida. Es decir "salvarse a sí mismo". Ver com.  Mat. 16:25. Esta gran paradoja del cristianismo expresa una de las grandes verdades eternas del Evangelio (ver com. Mat. 6:33).

35. Dos mujeres. Ver com. Mat. 24:41.

36. Dos estarán. La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión del vers. 36. Sin embargo, no hay duda de que se haya encontrado en Mat. 24:40 (ver el comentario).

37. ¿Dónde, Señor? Es decir "¿en qué circunstancias?" 

Parece que los discípulos quedaron perplejos en cuanto al tiempo cuando ocurrirían las cosas de las cuales Cristo les hablaba y la manera en que sucederían (ver com. Mat. 24:3).

Donde estuviera el cuerpo. Parece que Jesús usó aquí un dicho común en esa época para responder a la pregunta de los discípulos (ver com. Mat. 24:28).

Águilas. Gr. aetós, "águila", pero que en este caso podría referirse a "buitres". Las águilas no suelen juntarse en grupos ni se alimentan de carroña como los buitres (ver com. Hab. 1:8).

COMENTARIOS DE EGW

3-4. PVGM 194-195. EL ESPÍRITU SANTO, mediante el apóstol Pablo, nos da la orden"Si hay alguna consolación en Cristo; si algún refrigerio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si algunas entrañas y misericordias, cumplid mi gozo; que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo 194 una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús". Filipenses 2:1-5.

Pero el pecado no ha de ser considerado livianamente. El Señor nos ha ordenado que no toleremos las faltas de nuestro hermano. 

Él dice: "Si pecare contra ti tu hermano, repréndele". Lucas 17:3. 

El pecado ha de ser llamado por su propio nombre, y ha de ser presentado claramente delante del que lo comete.

EN SUS INSTRUCCIONES a Timoteo, Pablo, escribiendo por la inspiración del Espíritu Santo, dice: "Que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina". Y a Tito escribe: "Hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades, y engañadores... repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe". 2Tim. 4:2; Tito 1:10-13.

"Si tu hermano pecare contra ti -dijo Cristo-, ve, y redargúyele entre ti y él sólo; si te oyere, has ganado a tu hermano.  Más si no oyere, toma aún contigo uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.  Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por étnico y publicano". Mateo 18:15-17.

NUESTRO SEÑOR Enseña Que Las Dificultades Entre Los Cristianos Deben Arreglarse Dentro De La Iglesia

No debieran presentarse de los que no temen a Dios. Si un cristiano es maltratado por su hermano, no recurra a los incrédulos en un tribunal de justicia. Siga las instrucciones que ha dado Cristo. En vez de tratar de vengarse, trate de salvar a su hermano. Dios guardará los intereses de los que le aman y temen, y con confianza podemos encomendar nuestro caso a Aquel que juzga rectamente. Con demasiada frecuencia, cuando se cometen faltas en forma repetida y el que las comete las confiesa, el perjudicado se cansa, y piensa que ya ha perdonado lo suficiente. 195 

Pero el Salvador nos ha dicho claramente cómo debemos tratar al que yerra: "Si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiera, perdónale". Lucas 17:3. 

No lo apartes como indigno de tu confianza.  Considérate "a ti mismo, porque tú no seas también tentado". Gal. 6:1. Si tus hermanos yerran debes perdonarlos. 

Cuando vienen a ti confesando sus faltas, no debes decir: No creo que sean lo suficientemente humildes. No creo que sientan su confesión. ¿Qué derecho tienes para juzgarlos, como si pudieras leer el corazón? La Palabra de Dios dice: "Si se arrepintiera, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale". Lucas 17:3,4.*  Y no sólo siete veces, sino setenta veces siete, tan frecuentemente como Dios te perdona.

NOSOTROS MISMOS DEBEMOS TODO A LA ABUNDANTE GRACIA DE DIOS. La gracia en el pacto ordenó nuestra adopción. La gracia en el Salvador efectuó nuestra redención, nuestra regeneración y nuestra exaltación a ser coherederos con Cristo.  Sea revelada esta gracia a otros.

No demos al que yerra ocasión de desanimarse. No permitamos que haya una dureza farisaica que haga daño a nuestro hermano. No se levante en la mente o el corazón un amargo desprecio. No se manifieste en la voz un dejo de escarnio. 

Si hablas una palabra tuya, si adoptas una actitud de indiferencia, o muestras sospecha o desconfianza, esto puede provocar la ruina de un alma. El que yerra necesita un hermano que posea el corazón del Hermano Mayor, lleno de simpatía para tocar su corazón humano. Sienta él el fuerte apretón de una mano de simpatía, y oiga el susurro: oremos.  Dios les dará a ambos una rica experiencia.

LA ORACIÓN NOS UNE MUTUAMENTE Y CON DIOS. La oración trae a Jesús a nuestro lado, y da al alma desfalleciente y perpleja nueva energía para vencer al mundo, a la carne y al demonio. La oración aparta los ataques de Satanás.

5. MJ 119. El Crecimiento Es Necesario Para La Estabilidad. Cada joven que se ha propuesto ser un discípulo de Jesucristo debería tener un ferviente deseo en su corazón de alcanzar la más elevada norma cristiana, de ser obrero con Cristo. 

Si se propone como blanco figurar entre aquellos que serán presentados sin faltas ante el trono de Dios, avanzará continuamente. El único modo de permanecer firme es progresar diariamente en la vida divina. La fe aumentará si, cuando se halla en conflicto con dudas y obstáculos, los vence. La verdadera santificación es progresiva. Si crecéis en la gracia y el conocimiento de Jesucristo, aprovecharéis todo privilegio y oportunidad de obtener más conocimiento de la vida y el carácter de Cristo.

La fe en Jesús aumentará a medida que os familiaricéis más con vuestro Redentor espaciándoos en su vida inmaculada y en su infinito amor. No podéis deshonrar más a Dios que profesando ser sus discípulos mientras os mantenéis distanciados de él, y no os 120 alimentáis y nutrís por su Espíritu Santo. Cuando crezcáis en gracia, os gustará asistir a las reuniones religiosas, y daréis gustosamente testimonio del amor de Cristo delante de la congregación. Dios, por su gracia, puede hacer prudente al joven, y dar a los niños conocimiento y experiencia. Unos y otros pueden crecer diariamente en gracia. No deberíais medir vuestra fe por vuestros sentimientos.

10. MB 332. Aunque no tenemos méritos en nosotros mismos, por la gran bondad y amor de Dios somos recompensados como si los méritos fueran nuestros. Cuando hayamos hecho todo el bien que sea posible hacer, seremos todavía siervos inútiles. Hemos hecho solamente lo que era nuestro deber. Lo que hemos logrado ha sido realizado únicamente por la gracia de Cristo y ninguna recompensa se nos debe de parte de Dios si se toman en cuenta nuestros méritos. Pero por medio de los méritos de nuestro Salvador, cada promesa que el Señor ha hecho se cumplirá y cada hombre será recompensado de acuerdo con sus obras.

Las preciosas recompensas del futuro estarán en proporción con la obra de fe y el trabajo de amor efectuados en la vida presente. "El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segara". 333 Debiéramos estar muy agradecidos porque ahora durante un tiempo de gracia, por medio de la misericordia infinita de Dios, se nos permite sembrar la semilla de nuestra cosecha futura. Debiéramos considerar cuidadosamente lo que será la cosecha. Si la corona de nuestro regocijo eterno será brillante u opaca depende de nuestro propio proceder. Podemos hacer firme nuestra vocación y elección y entrar en la posesión de la rica herencia, o podemos defraudarnos a nosotros mismos del sobremanera abundante y eterno peso de gloria (Id., 27-6-1893).

ENCONTRARNOS CON AQUELLOS SALVADOS POR NUESTROS ESFUERZOS. Cuando los redimidos se hallen delante de Dios, preciosas almas responderán a sus nombres que están allí debido a los fieles y pacientes esfuerzos efectuados en su favor, las súplicas y fervorosas persuasiones para huir a la Fortaleza. De esa manera, los que en este mundo han sido colaboradores juntamente con Dios, recibirán su recompensa (8Testimonies 196, 197).

Los redimidos encontrarán y reconocerán a aquellos cuya atención ellos han dirigido al Salvador levantado. ¡Qué conversación bienaventurada tendrán con esas almas! Se dirá: "Yo era pecador, sin Dios y sin esperanza en el mundo, y tú viniste hasta mí y llamaste mi atención al precioso Salvador como a mi única esperanza". . . .

Otros expresarán su gratitud a aquellos que alimentaron al hambriento y vistieron al desnudo. "Cuando la desesperación ceñía mi alma llevándome a la incredulidad, el Señor te envió a mí -dirán- a hablar palabras de esperanza y aliento. Tú trajiste alimento para mis necesidades físicas y abriste ante mi la Palabra de Dios, despertándome a mis necesidades espirituales. 

Me trataste como a un hermano.  Simpatizaste conmigo en mis tristezas y restauraste mi alma maltratada y herida, tanto que pude 334 asir la mano de Cristo que se me extendía para salvarme. En mi ignorancia me enseñaste pacientemente que tengo un Padre en el cielo que cuida de mí" (Id.T6, 311).

"VENID, BENDITOS DE MI PADRE". Cuando las naciones estén reunidas delante de él, habrá tan sólo dos clases; y su destino eterno quedará determinado por lo que hayan hecho o dejado de hacer por él en la persona de los pobres y dolientes.

En aquel día, Cristo no presenta a los hombres la gran obra que él hizo para ellos al dar su vida por su redención. Presenta la obra fiel que hayan hecho ellos para él. A los puestos a su diestra dirá: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo: porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí" . . . .

Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabido poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad; antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron amistad para con los misioneros, hasta el punto de servirles con peligro de su propia vida.

Entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignorantes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de Dios. ¡Cuánto se sorprenderán y alegrarán los humildes de entre las naciones y entre los paganos, al oír de 335 los labios del Salvador: "En cuanto lo hicisteis a uno de éstos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis"! ¡Cuán alegre se sentirá el corazón del Amor Infinito cuando sus seguidores lo miren con sorpresa y gozo al oír sus palabras de aprobación! (DTG 592, 593).

12-19. DTG 313-314. Cuando los diez leprosos vinieron a Jesús para ser sanados, les ordenó que fuesen y se mostrasen al sacerdote. En el camino quedaron limpios, pero uno solo volvió para darle gloria. Los otros siguieron su camino, olvidándose de Aquel que los había sanado.

¡Cuántos hay que hacen todavía lo mismo! El Señor obra de continuo para beneficiar a la humanidad. Está siempre impartiendo sus bondades. Levanta a los enfermos de las camas donde languidecen, libra a los hombres de peligros que ellos no ven, envía a los ángeles celestiales para salvarlos de la calamidad, para protegerlos de "la pestilencia que ande en oscuridad" y de la "mortandad que en medio del día destruya; (Salmos 91:6). Pero sus corazones no quedan impresionados. El dio toda la riqueza del cielo para redimirlos; y sin embargo, no piensan en su gran amor. Por su ingratitud, cierran su corazón a la gracia de Dios. Como el brezo del desierto, no saben cuándo viene el bien, y sus almas habitan en los lugares yermos. 314 Para nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más.

Hay para nosotros mayor estímulo en la menor bendición que recibimos de Dios, que en todos los relatos que podemos leer de la fe y experiencia ajenas. El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regadoSu salud brotará rápidamente; su luz saldrá en la obscuridad, y la gloria del Señor le acompañará.

RECORDEMOS, pues, la bondad del Señor, y la multitud de sus tiernas misericordias. Como el pueblo de Israel, levantemos nuestras piedras de testimonio, e inscribamos sobre ellas la preciosa historia de lo que Dios ha hecho por nosotros. 

Y mientras repasemos su trato con nosotros en nuestra peregrinación, declaremos, con corazones conmovidos por la gratitud: "¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salud, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová delante de todo su pueblo."* (Salmos 116: 12-14). 315

20-22. DTG 467, 468. ALGUNOS DE LOS FARISEOS habían venido a Jesús y le habían preguntado "cuándo había de venir el reino de Dios." Habían pasado más de tres años desde que Juan el Bautista diera el mensaje que a manera de toque de trompeta había repercutido por el país: “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2).

Y sin embargo los fariseos no veían señal alguna del establecimiento del reino. Muchos de aquellos que habían rechazado a Juan y que a cada paso se habían opuesto a Jesús, estaban insinuando que su misión había fracasado. Jesús contestó: "El reino de Dios no vendrá con advertencia [manifestación exterior, V.M.] ni dirán: Helo aquí, o helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está." El reino de Dios principia en el corazón. No busquéis aquí o allí manifestaciones de poder terrenal que señalen su comienzo.

"TIEMPO VENDRÁ --DIJO DIRIGIÉNDOSE A SUS DISCÍPULOS,-- cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis." Por cuanto no va acompañada de pompa mundanal, estáis en peligro de no discernir la gloria de mi misión. No comprendéis cuán grande es vuestro presente privilegio de tener entre vosotros, aunque velado por la humanidad, al que es la vida y la luz de los hombres. Vendrán días en que miraréis retrospectivamente y con ansia las oportunidades que ahora disfrutáis, de andar y hablar con el Hijo de Dios.

Por Causa De Su Egoísmo Y Mundanalidad, ni los discípulos de Jesús podían comprender la gloria espiritual que él procuraba revelarles. No fue sino hasta después de la ascensión de Cristo al Padre y del derramamiento del Espíritu Santo sobre los creyentes, cuando los discípulos apreciaron plenamente el carácter y la misión del Salvador. Después de recibir el bautismo del Espíritu, comenzaron a comprender que habían estado en la misma presencia del Señor de gloria. A medida que les eran recordados los dichos de Cristo, sus mentes se 468 abrían para comprender las profecías y entender los milagros obrados por él. Las maravillas de su vida pasaban delante de ellos y parecían hombres que despertaban de un sueño. Comprendían que "aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." (Juan 1:14).

26. PP 93,94. MIENTRAS QUE SU TIEMPO DE GRACIA ESTABA CONCLUYENDO, los antediluvianos se entregaban a una vida agitada de diversiones y festividades.  Los que poseían influencia y poder se empeñaban en distraer la atención del pueblo con alegrías y placeres para que ninguno se dejara impresionar por la última solemne advertencia. ¿No vemos repetirse lo mismo hoy?  Mientras los siervos de Dios proclaman que el fin de todas las cosas se aproxima, el mundo va en pos de los placeres y las diversiones.  Hay constantemente abundancia de excitaciones que causan indiferencia hacia Dios e impiden que la gente sea impresionada por las únicas verdades que podrían salvarla de la destrucción que se avecina.

En los días de Noé, los filósofos declararon que era imposible que el mundo fuese destruido por el agua; asimismo hay ahora hombres de ciencia que tratan de probar que el mundo no puede ser destruido por fuego, que esto es incompatible con las leyes naturales.  Pero el Dios de la naturaleza, el que creó las leyes y las controla, puede usar las obras de sus manos para que sirvan a sus fines.

Cuando los grandes sabios habían probado a su entera satisfacción que era imposible que el mundo fuese destruido por agua, cuando los temores del pueblo se habían tranquilizado, cuando todos consideraban que la profecía de Noé era un engaño, y le llamaban fanático, entonces llegó la hora de Dios.  "Fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas" (Gén. 7:11), y los burladores sucumbieron en las aguas del diluvio.  Con toda su jactancioso filosofía, los hombres descubrieron muy tarde que su sabiduría era necedad, que el Legislador es superior a las leyes de la naturaleza, y que a la Omnipotencia no le faltan medios para alcanzar sus fines.

"Y como fue en los días de Noé, ... como esto será el día 94 como el día que el Hijo del hombre se manifestará." "El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas." (Luc. 17: 26, 30; 2 Pedro 3: 10) Cuando las razonamientos de la filosofía hayan desterrado el temor a los juicios de Dios; cuando los maestros de la religión nos hablen de los largos siglos de paz y prosperidad, y el mundo se dedique por completo a sus negocios y placeres, a plantar y edificar,  fiestas y diversiones, y desechando las amonestaciones de Dios, se burle de sus mensajeros, "entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, . . . y no escaparán." (1 de Tes. 5: 3)

26-27. 2JT 122. El Espíritu De Mundanalidad intensa que existe ahora, la disposición a no reconocer derechos superiores a los de la complacencia propia, constituyen una de las señales de los postreros días. "Como fue en los días de Noé - dijo Cristo, - así también será en los días del Hijo del hombre.  Comían, bebían, 123 los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó a todos." (Luc. 17: 26, 27).

Los miembros de esta generación se están casando y dando en casamiento con el mismo desprecio temerario de los requerimientos de Dios que se manifestaba en los días de Noé.

Hay En El Mundo Cristiano una indiferencia asombrosa y alarmante para con las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca del casamiento de los cristianos con los incrédulos. Muchos de los que profesan amar y temer a Dios prefieren seguir su propia inclinación antes que aceptar el consejo de la sabiduría infinita. En un asunto que afecta vitalmente la felicidad y el bienestar de ambas partes, para este mundo y el venidero, la razón, el juicio y el temor de Dios son puestos a un lado, y se deja que predominen el impulso ciego y la determinación obstinada.

Hombres Y Mujeres que en otras cosas son sensatos y concienzudos cierran sus oídos a los consejos; son ciegos a las súplicas y ruegos de amigos y parientes, y de los siervos de Dios. La expresión de cautela o amonestación es considerada como entrometimiento impertinente, y el amigo que es bastante fiel para hacer una reprensión, es tratado como enemigo.

Todo esto está de acuerdo con el deseo de Satanás. El teje su ensalmo en derredor del alma, y ésta queda hechizada, infatuada. La razón deja caer las riendas del dominio propio sobre el cuello de la concupiscencia, la pasión no santificada predomina, hasta que, demasiado tarde, la víctima se despierta para vivir una vida de desdicha y servidumbre. Este no es un cuadro imaginario, sino un relato de hechos ocurridos.  Dios no sanciona las uniones que ha prohibido expresamente.

26-30. Te 251. "Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del hombre se manifieste"(Luc. 17:26-30). Ahora bien sabemos que la intemperancia está por doquiera en nuestro mundo. No es pecado comer y beber para sostenernos físicamente y en hacer lo que es para nuestro bien espiritual. Pero cuando dejamos la eternidad fuera de nuestro cómputo y llevamos al exceso esas cosas necesarias, entonces es cuando surge el pecado. Vemos por doquiera tal crimen tal iniquidad. ¿No es tiempo de que comencemos a estudiar por nosotros mismos? Tenemos almas que ganar o que perder.

28-30. PP 162,163. HAY MOTIVO PARA INQUIETARSE POR EL ESTADO RELIGIOSO DEL MUNDO ACTUAL. Se ha jugado con la gracia de Dios. La multitud ha anulado la ley de Dios "enseñando doctrinas y mandamientos de hombres." (Mat. 15:9.) La incredulidad prevalece en muchas iglesias de nuestra tierra; no es una incredulidad en el sentido más amplio, que niegue abiertamente la Sagrada Escritura, sino una incredulidad envuelta en la capa del cristianismo, mientras mina la fe en la Biblia como revelación de Dios. La devoción ferviente y la piedad viva han cedido el lugar a un formalismo hueco. Como resultado prevalece la apostasía y el sensualismo. Cristo declaró: "Asimismo también como fue en los días de Lot; . . . como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará." (Luc. 17:28-30). El registro diario de los acontecimientos atestigua el cumplimiento de estas palabras. El mundo está madurando rápidamente para la destrucción. Pronto se derramarán los juicios de Dios, y serán consumidos el pecado y los pecadores.

Dijo nuestro Salvador: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 

Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra," sobre todos aquellos cuyos intereses se concentran en este mundo. "Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir y de estar en pie delante del Hijo del hombre." (Luc. 21: 34-36.)

Antes de destruir a Sodoma, Dios mandó un mensaje a Lot: "Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas." La misma voz amonestadora fue oída por los discípulos de Cristo antes de la destrucción de Jerusalén: "Y cuando viereis a Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieron en Judea, huyan a los 163 montes." (Luc. 21:20, 21.) No debían detenerse para salvar algo de su hacienda, sino aprovechar lo mejor posible la ocasión para la fuga.

Hubo Una Salida, una separación decidida de los impíos, una fuga para salvar la vida. Así fue en los días de Noé; así ocurrió en el caso de Lot; así en el de los discípulos antes de la destrucción de Jerusalén, y así será en los últimos días. De nuevo se oye la voz de Dios en un mensaje de advertencia, que manda a su pueblo separarse de la impiedad creciente.

Ministerio Hno. Pio


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