Hechos 23. DEFENSA ANTE EL SANEDRÍN. Vers. (1) Pablo presenta su causa, y (2-6) Ananías, el sumo sacerdote, ordena que lo golpeen. (7-10) Disputa entre sus acusadores. (11-13) Dios fortalece a Pablo. (14-19) Los judíos preparan una trampa contra Pablo, (20-26) el tribuno es informado, (27-35) y lo envían a Félix, el gobernador.
1 ENTONCES Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.
2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?.
4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está. No maldecirás a un príncipe de tu pueblo. 6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.
8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas.
9 Y hubo un gran vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios. 10 Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza.
11 A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.
12 Venido el día, algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo. 13 Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración, 14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo. 15 Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarle antes que llegue.
16 Mas el hijo de la hermana de Pablo, oyendo hablar de la celada, fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo. 17 Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven ante el tribuno, porque tiene cierto aviso que darle. 18 El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo me llamó y me rogó que trajese ante ti a este joven, que tiene algo que hablarte.
19 El tribuno, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme? 20 El le dijo: Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el concilio, como que van a inquirir alguna cosa más cierta acerca de él. 21 Pero tú no les creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales se han juramentado bajo maldición, a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están listos esperando tu promesa. 22 Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto.
23 Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; 24 y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador.
25 Y escribió una carta en estos términos: 26 Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud. 27 A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano. 28 Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; 29 y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión.
30 Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien.
31 Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris. 32 Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza. 33 Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él. 34 Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia, 35 le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes. (Hechos 23).
1. Mirando fijamente. Gr. atenízÇ, "fijar los ojos en", "mirar con resolución", "contemplar con seriedad" (cf. Hech. 1:10; 7:55; Luc. 4:20; 22:56; ver com. Hech. 13:9). A menudo Lucas usa esta palabra para describir la expresión en el rostro de alguien que está a punto de hablar seriamente. Aquí se la usa en forma muy apropiada para denotar la expresión del apóstol al fijar su mirada en el supremo concilio judío, por primera vez después de un cuarto de siglo.
No había duda de que aunque durante esos años sucedieron muchos cambios en los integrantes del concilio, Pablo pudo haber reconocido algunos rostros (ver com. cap. 23:5).
Varones hermanos. Ver com. cap. 1:16.
Con toda buena conciencia. Esta era una afirmación muy abarcante en labios de cualquier persona. Esta afirmación de Pablo, después de varios años de lucha con los judaizantes y sus víctimas, demuestra las convicciones del apóstol respecto a su propia conducta.
Su proceder había estado enteramente en armonía con la voluntad de Dios y con la ley y los profetas (cap. 24:14; 28:17). Si Pablo estaba en lo correcto, era obvio que sus acusadores estaban equivocados. El apóstol a menudo se refiere a la conciencia (Hech. 24:16; Rom. 2:15; 13:5; 1 Cor. 10:25; 1 Tim. 1:5; 2 Tim. 1:3).
2. Ananías. Hijo de Nebedeo, nombrado como sumo sacerdote por Herodes, rey de Calcis (Josefo, Antigüedades xx. 5.2). Le golpeasen. La declaración de Pablo equivalía a acusar al sanedrín de hipocresía. Si la conducta de Pablo era meticulosa, la de ellos evidentemente no lo era. Cf. 1 Rey 22:24; Mat. 26:67; Luc. 22:63-64.
3. ¡Dios té golpeará! Algunos han pensado que Pablo habló precipitadamente, y que el vers. 5 sería una disculpa. Cristo permaneció en silencio frente al hostigamiento (Mat. 26:63; 1 Ped. 2:23). Sin embargo, es posible que Pablo hablara así por inspiración, y que sin darse cuenta que se dirigía al sumo sacerdote (vers. 5), predijo su suerte. Ananías fue asesinado en el año 66 d. C. (Josefo, Guerra ii. 17.6,9), siete u ocho años más tarde, probablemente por los sicarios (ver t. V, pp. 71,73; com. cap. 21:38). Cf. Jer. 28:15-17.
¡A ti, pared blanqueada! Es decir, hipócrita (cf. Mat. 23:27). Este dignatario, que ocupaba un cargo tan alto, era como una pared blanqueada porque aunque podía usar los adornos exteriores de su jerarquía, no era la persona justa o sensata que debería ser un funcionario tan importante.
¿Estás tú sentado? En griego el pronombre es enfático; "¿y te sientas tú?"; es decir, ¿cómo puedes tú, pared blanqueada de hipocresía, sentarte a juzgar a otros? Conforme a la ley. Osea de acuerdo con la ley; se refiere a la ley judía.
Quebrantando la ley. La ley judía permitía golpear, pero sólo después de un procedimiento judicial justo que comprobara la culpabilidad del acusado (Deut. 25:1-2; cf. Juan 7:51). Pablo, un ex miembro del sanedrín (HAp 92, 329), conocía la ley y el procedimiento judicial correcto, y mantuvo su derecho para que se lo juzgara de acuerdo con la ley Cf. t. V, p. 527.
4. ¿Al sumo sacerdote de Dios? Como máxima autoridad religiosa y civil de los judíos, se suponía que el sumo sacerdote era el representante de Dios.
En el AT a veces se llamaba a los Jueces 'elohim, literalmente "dioses" (ver t. I, p. 180; com. Sal. 82:1).
5. No sabía. Es decir, "lo hice por ignorancia" (cf cap. 3:17). La declaración de Pablo ha sido interpretada de diversas maneras: (1) que debido al defecto de su vista (ver com. cap. 9: 8, 18) no reconoció a Ananías como el sumo sacerdote; (2) que no se dio cuenta de que quien había dado la orden para herirlo era el sumo sacerdote; (3) que estaba hablando irónicamente, como si no creyera que el sumo sacerdote pudiera haber dado tal orden, y en esa forma estaba desafiando indirectamente el derecho de Ananías al cargo que ocupaba; (4) que él no pensó antes de hablar, aunque se dio cuenta de que el que había hablado era Ananías, el sumo sacerdote. De todas estas explicaciones, la primera parece ser la más probable; pero también parece posible la segunda, que insinúa una limitación en la vista de Pablo. Las dos últimas no parecen estar en armonía con el carácter del apóstol ni con la seriedad de la situación que estaba enfrentando.
No maldecirás. Pablo cita Exo. 22:28, donde 'elohim, "dioses", se usa para referirse a Jueces humanos (ver com. Hech. 23:4) Sin duda Pablo citó el pasaje en hebreo, en tanto que Lucas lo reproduce de la LXX. No puede ponerse en tela de juicio la sinceridad de Pablo en este asunto. Los heraldos del Evangelio deben reconocer y dar el debido honor a los que están en un cargo de autoridad, aun cuando abusen de ésta.
6. Pablo, notando. Pablo, un ex miembro del sanedrín, por supuesto sabía que algunos eran saduceos y otros fariseos. Tal vez pudo, haber reconocido también a personas específicas como miembros de un partido u otro.
Yo soy fariseo. Con respecto a los fariseos, ver t. V, pp. 53-54; com. cap. 5:34. En el texto griego el pronombre "yo" es enfático. Pablo, aunque cristiano, aún afirma que es fariseo. Nicodemo, otro fariseo, fue seguidor del Señor (Juan 3:1; HAp 85-86). Muchos fariseos se habían convertido por la predicación de los apóstoles (Hech. 15:5). Algunos estudiosos de la Biblia han sugerido que la mayor parte de los conversos del judaísmo al cristianismo eran fariseos.
Debido a algunas semejanzas entre las enseñanzas de Jesús y las de los fariseos, algunos hasta han considerado que Jesús era fariseo. Cristianos y fariseos reconocían la autoridad de la Palabra inspirada; ambos realzaban la rectitud y la separación del mundo, y creían en la resurrección y en la vida futura. En lo que los cristianos diferían de los fariseos principalmente era en cuanto al método para alcanzar la justicia (ver com. Mat. 5:20; Mar. 7:5-13; Luc. 18:9-14; Gál. 2:16-21). Por eso Pablo honestamente podía decir: "soy fariseo", sin dar a entender que necesariamente estaba de acuerdo con todas las creencias y prácticas de los fariseos.
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7. Disensión. Es significativo que Pablo hiciera esta declaración en el mismo comienzo de la audiencia. No tenía la esperanza de ser juzgado imparcialmente por el sanedrín, y sin duda intentó mostrar la incapacidad de ese organismo para pronunciar sentencia contra él. Por lo tanto, apresuró la terminación del juicio poniendo a sus Jueces unos contra otros (vers. 7). La resurrección el tema que Pablo esgrimió -era vital para el cristianismo (1 Cor. 15:12-23), y con toda seguridad produciría el resultado que él deseaba (ver com. Mat. 22:23-33).
Dividió. Gr. sjízÇ, "desunir", "separar", "dividir". La palabra "cisma" deriva de sjísma, sustantivo afín de sjízÇ.
8. Saduceos. En cuanto a los saduceos, ver t. V, pp. 54-55; com. cap. 4:1. Estos reconocían la autoridad de los escritos de Moisés, pero tenían sus dudas en cuanto a los profetas, y rechazaban totalmente las tradiciones y las partes literarias del AT.
Consideraban a los ángeles como meras manifestaciones de la gloria celestial, y negaban la realidad de una vida futura. Se ha dicho que los fariseos eran el equivalente judío de los estoicos; y los saduceos, de los epicúreos, lo cual en líneas generales es cierto (ver com. cap. 17:18).
9. Vocerío. Gr. kraug', "griterío", "clamor". Los apacibles y eruditos miembros del sanedrín demostraron ser tan excitables e irracionales como los volubles e ignorantes que componían el populacho (cap. 22:22-23).
Escribas. La evidencia textual (cf. p. 10) establece el texto: "algunos de los escribas". No participaron todos los escribas de los fariseos.
Contendían. Gr. diamájomai, "contender ferozmente".
Ningún mal. Compárese con la decisión de Pilato en cuanto a Cristo (Juan 18:38; 19:4,6). En los casos de Jesús y de Pablo, el supremo tribunal del judaísmo ciegamente procuró aniquilar a un hombre justo.
Un espíritu. . . o un ángel. Los saduceos no creían ni en espíritus ni en ángeles. Aquí tal vez se hace referencia a la visión en el camino a Damasco (cap. 22:6-10), o al éxtasis en el templo (vers. 17-21). El testimonio de Pablo no había sido en vano. La actitud de los fariseos en este caso hace recordar a la de Gamaliel en una ocasión anterior (cap. 5:33-40).
No resistamos a Dios. La evidencia textual (cf. p. 10) establece la omisión de estas palabras. Pueden haber sido copiadas de un pasaje similar del cap. 5:39.
10. El tribuno. Parece que Lisias, quien cuidaba tanto del orden público como de la protección de un ciudadano romano, estaba presente (cap. 22:30).
Despedazado. Es evidente que de inmediato comenzó una verdadera lucha entre los saduceos y los fariseos. Los primeros querían apoderarse de Pablo, y los últimos, protegerlo.
Mandó que bajasen soldados. A juzgar por el rango de Lisias, un jilíarJos (ver com. cap. 22:24; cf. com. Juan 18:12; Hech. 21:31-32), la guarnición pudo haber sido de unos 1.000 hombres, que era la fuerza máxima de una cohorte militar de auxiliares. Tal tropa era comandada por un jilíarJos. Ver com. cap. 21:31; 27:1. Para su propia seguridad Pablo fue escoltado hasta la fortaleza Antonia (ver com. cap. 22:24).
11. Se le presentó el Señor. Este Ser indudablemente fue Cristo (cf cap. 9:5-6; 22:17-21). En verdad, la perspectiva era oscura, y sin duda Pablo recordó la servil sumisión de Pilato a los deseos de los judíos en el caso de Cristo. La manifestación divina significó mucho para Pablo en esta difícil situación, y le dio ánimo para las pruebas de los años venideros.
Ten ánimo. Al reflexionar sobre los acontecimientos de los dos días anteriores, Pablo sin duda debió haber comenzado a poner en tela de juicio el buen criterio de su decidido propósito de visitar a Jerusalén (cap. 20:24) a pesar de las repetidas amonestaciones de lo que le iba a suceder allí (vers. 22-23), de su consentimiento para participar con otros judíos cristianos en el ritual de purificación (cap. 21:20-28), y de su conducta ante el sanedrín (cap. 23:1-10).
Sus pensamientos también deben haberse proyectado hacia el futuro. ¿Estaba terminada su obra para Cristo? ¿Iba a quedar frustrado su deseo de testificar por el Evangelio en Roma? (Hech. 19:21; Rom. 1:13). Al orar con todo fervor, el Señor se le apareció personalmente para darle consuelo y seguridad.
También en Roma. Pablo ya había decidido ir a Roma (cap. 19:21).
12. Algunos de los judíos. La evidencia textual (cf. p. 10) favorece la omisión de las palabras "algunos de". Según el vers. 13, eran unos 40. Evidentemente estaban decididos a pagar cualquier precio para estar seguros de que su complot tuviera éxito.
Compárese con el asesinato cometido por Matatías, el anciano sacerdote de la aldea de Modín, en el tiempo de la insurrección de los Macabeos (1 Mac. 2:24; Josefo, Antigüedades xii. 6. 2), y con el intento de asesinar a Herodes el Grande cuando construyó el anfiteatro e introdujo en Jerusalén los juegos de gladiadores (Josefo, Antigüedades xv. 8. 3).
Se juramentaron bajo maldición. Gr. anathematízÇ, "anatematizar", "maldecir", "atarse bajo una maldición [si no se cumple el juramento]". Estos hombres invocaron contra sí mismos los más severos castigos divinos si no alcanzaban su objetivo. Compárese con el verbo hebreo jaram (ver com. 1 Sam. 15:3).
No comerían ni beberían. Los que estaban dispuestos a asesinar demostraron con este voto su fanatismo y determinación de eliminar cuanto antes a Pablo.
13. Más de cuarenta. El número de los componentes de ese grupo de fanáticos significaba que la vida de Pablo realmente estaba en grave peligro.
14. Principales sacerdotes. Parece que ni los conspiradores, ni los "principales sacerdotes" pudieran haber sido fariseos (ver com. vers. 6-9); pero todos eran fanáticos. Los dirigentes de la nación estaban listos para cooperar con cualquiera, por inescrupuloso que fuera, para alcanzar sus objetivos.
15. El concilio. Es decir, el sanedrín. Parece que fue necesario recurrir a un complot como éste por las siguientes razones: (1) El sanedrín no podía imponer la pena de muerte (ver com. Juan 18:31; Hech. 7: 58); (2) aun en el caso de que pudiera imponerla, no tenía autoridad sobre Pablo como ciudadano romano; (3) aun cuando hubiera podido hacerlo, probablemente la influencia de los fariseos hubiera hecho imposible obtener un veredicto contra Pablo.
Mañana. La evidencia textual (cf. p. 10) establece la omisión de esta palabra. Como que. Esta declaración literalmente dice: "como que vais a averiguar con más exactitud lo concerniente a él".
Nosotros. Este pronombre es enfático en el texto griego.
Listos para matarle. Procurarían que Pablo nunca llegara a la sala del concilio y, por lo tanto, ninguno de los miembros del concilio sería sospechoso de complicidad. El asesinato del apóstol se atribuiría a los fanáticos. Estos 40 completados tal vez eran fanáticos "sicarios" (ver com. cap. 21:38). Tanto aquí como en su Evangelio, Lucas aclara que los judíos, y no los romanos, fueron los principales responsables por las dificultades que surgieron por la predicación del Evangelio (Luc. 23:2,4,14,22). Josefo registra un complot similar de los judíos contra Herodes (Antigüedades xv. 8.1-4); también hubo dos complots contra Cristo (Juan 7:19; 8:40; 10:39).
Filón, filósofo y escritor judío (ver t. V, pp. 94-95), justifica el asesinato de los apóstatas: "Es bueno que a todos los que son celosos por la virtud se les permita imponer los castigos sin deliberación, sin demora, sin traer al culpable ante el tribunal, o concilio, o magistrado de ninguna clase; y dar completa libertad de acción a los sentimientos que los embargan: ese odio al mal y el amor a Dios que los incita a descargar el castigo sin misericordia sobre los impíos.
Deberían pensar que la ocasión los ha hecho concejales, jurados, alguaciles, miembros de la asamblea, acusadores, testigos, leyes, pueblo; en una palabra, todo, de tal manera que sin temor o impedimento puedan defender la religión sin ningún peligro (Las leyes especiales i. 9. 55).
16. El hijo de la hermana de Pablo. Esta es la única referencia a los parientes de Pablo en Jerusalén. Él tenía parientes en Roma (Rom. 16:7,11) y parece que en Corinto (vers. 21). Se ha sugerido que el sobrino de Pablo estaba estudiando en Jerusalén como Pablo lo había hecho antes que él (ver com. Hech. 22:3). No hay evidencia de que la hermana o el sobrino fueran cristianos.
Fue. Literalmente "habiéndose presentado" o "habiendo estado presente". Este verbo podría referirse a la presencia del sobrino en algún lugar donde pudo oír a los que hacían el complot; también podría referirse a su presencia o presentación en la fortaleza.
Entró en la fortaleza. Como el apóstol estaba detenido tanto por su propia protección como por otras razones, aparentemente tenía el privilegio de recibir a sus amigos. La ley romana estipulaba tres clases de encarcelamiento: (1) la prisión del hombre común en la cárcel pública; (2) la entrega de hombres de alta jerarquía a la custodia personal de un magistrado o senador, quien se hacía responsable de que comparecieran el día cuando tenía lugar el juicio; y (3) la custodia militar.
En este caso el acusado estaba a cargo de un soldado que debía responder con su vida por la custodia del prisionero, y cuya mano izquierda generalmente estaba unida por una cadena a la mano derecha del preso. Pablo estaba ahora bajo custodia militar (ver com. vers. 18).
17. Pablo, llamando. Su fe en Dios y en la conducción divina (ver com. vers. 11) no le imponían que permaneciera ocioso. En el mensaje que le llevó su sobrino reconoció la Divina Providencia, y vio que era consecuente con su fe dar los pasos necesarios para impedir el amenazante peligro.
Joven. Gr. neanías (ver com. cap. 20:9).
18. El preso. Gr. désmios, "encadenado", "cautivo", "preso". La palabra no significa necesariamente que Pablo estuviera atado con cadenas, aunque generalmente un preso bajo custodia militar estaba atado al soldado que lo cuidaba (ver com. cap. 21:33; 23:16). Rogó. Es decir, pidió.
19. Tomándole de la mano. Lo hizo así para oír el mensaje del sobrino de Pablo en forma privada, y para animarlo a que hablara sin reservas. El joven se dirigió a Lisias como si fuera el enviado de un ciudadano romano que estaba acusado. El tribuno evidentemente consideraba a Pablo mejor que a sus acusadores (cf. vers. 26-33). Por lo general los romanos trataron a Pablo con más justicia y consideración que los judíos.
20. Los judíos. Como sus dirigentes formaban parte del complot, toda la nación estaba implicada.
21. Bajo maldición. Ver com. vers. 12-14. Esperando tu promesa. Esperaban que Lisias diera el permiso para enviar a Pablo al lugar donde los judíos se proponían examinarlo (cf. vers. 15).
22. Entonces el tribuno. El tribuno estaba cada vez más resuelto a proteger a Pablo por cuatro razones: (1) porque el apóstol era ciudadano romano; (2) porque parecía que los judíos lo habían acusado injustamente; (3) porque los dirigentes judíos estaban divididos entre ellos, y (4) porque aparentemente esos dirigentes estaban procurando anular los intentos de Lisias de garantizarle a Pablo un juicio imparcial.
Que a nadie dijese. Si los judíos llegaban a enterarse de que Lisias conocía el complot de ellos, los esfuerzos del tribuno para proteger a Pablo podrían ser frustrados. Además, por su propio bien, el denunciante no debía decir nada.
23. Hora tercera. Alrededor de las nueve o diez de la noche (ver com. cap. 2:15; 3:1). De la noche. Para que no fuera posible que los circunstantes pudieran identificar a Pablo entre ellos.
Doscientos soldados. Estos soldados de infantería fueron asignados para proteger a Pablo, 100 bajo el mando de cada uno de los centuriones que habían sido convocados. Lanceros. Gr. dexiolábos, literalmente "quien sostiene en la derecha". La Vulgata traduce esta palabra griega como lancearium, de donde deriva "lancero". El significado de "lancero" se deduce del hecho de que una lanza generalmente se lleva en la mano derecha.
Una tropa tan numerosa -470 hombres- destinada para proteger de la violencia a un solo preso, demuestra cuán turbulenta era la situación en Judea, cuán fuerte era la guarnición de Jerusalén y, seguramente, cuánta importancia tenía para Lisias la seguridad del apóstol. Lisias comprendió que los judíos harían cualquier cosa para cumplir su objetivo. Sin duda también hubo muchos ángeles cerca, enviados por el Señor de los ejércitos (cf. 2 Rey. 6:17; Dan. 6:22; Mat. 26:53). Hasta Cesarea. Allí estaba la sede del gobierno romano en Palestina y la residencia del procurador o gobernador (ver cap. 8:40; 10:1). La distancia por tierra era de unos 100 km.
24. Y que preparasen cabalgaduras. Las cabalgaduras no eran para toda la compañía, sino sólo para Pablo y quizá para los oficiales. Su posición como ciudadano romano y de preso protegido le daba privilegios que no se concedían a un judío común, ni a un preso cualquiera. Sin duda, semejante acompañamiento fue un lujo que Pablo tuvo muy pocas veces en sus viajes.
Le llevasen en salvo. La seguridad de un preso que afirmaba que era ciudadano romano, las vidas de los centuriones y de los soldados, y la capacidad del ejército romano para conservar el orden, todo esto estaba en juego en el traslado de Pablo desde Jerusalén hasta Cesarea.
Félix. Ver t. V, pp. 71, 224. El período del mandato de Félix fue aproximadamente desde el año 52 hasta el 60. Tácito (Anales xii. 54) dice que Félix, "sostenido con tan poderosas influencias, consideraba que todos los delitos serían perdonables" porque su hermano era uno de los favoritos del emperador Claudio. Suetonio (Vidas de los Cesares v. 28) describe a Félix como esposo de tres mujeres con quienes se casó sucesivamente.
Una de ellas fue Drusila, hija de Herodes Agripa I, y por lo tanto descendiente de Herodes el Grande y de los Macabeos (ver diagrama, t. V, p. 40; Hech. 24:24). A pesar de las incipientes revueltas de los judíos contra Roma, Félix pudo conservar en cierta medida el orden en Judea (cf. cap. 24:1), y esto a pesar de su mala administración (Tácito, Anales xii. 54).
Gobernador. Gr. h'gemÇn, "procurador" (ver com. Mat. 27:2).
25. Una carta. En otro pasaje (cap. 21:15,18) Lucas se incluye entre los compañeros de Pablo en Jerusalén (ver t. V, p. 649). La carta fue escrita probablemente en latín, el idioma de la correspondencia oficial; en tal caso, la versión que Lucas presenta es una traducción al griego.
Estos términos. Literalmente "teniendo esta forma", o sea "a los efectos de". La reproducción que Lucas hace de la carta con toda probabilidad no es una copia exacta, sino muy parecida al original. Lucas presenta la esencia de la carta.
26. Excelentísimo. Esta expresión y la palabra "salud" reflejan el buen uso del griego literario de aquellos días (ver com. Luc. 1:3; cf. Hech. 1:1; 15:23; Sant. 1:1).
27. Hombre. Gr. an'r, "varón", distinto de mujer, lo cual puede señalar un grado de respeto, tal vez por el hecho de que Pablo había demostrado que era ciudadano romano. Aprehendido. Gr. sullambánÇ, "tomar", "apoderarse de" (cf. Mat. 26:55; Hech. 12:3).
Que iban ellos a matar. Literalmente "estuvo a punto de ser muerto". La carta omite los detalles de la controversia religiosa que desencadenó el ataque contra Pablo, quizá debido a la ignorancia de Lisias en tales asuntos y porque sabía que esto se presentaría ante Félix (vers. 30).
Lo libré. Se refiere al momento cuando Pablo fue atacado (cap. 21:32).
Habiendo sabido. O "habiendo sido informado". Lisias presentó su relato de tal manera que diera la idea a Félix de que había rescatado a Pablo porque ya sabía que era ciudadano romano; declaración que era, por supuesto, contraria a los hechos (cap. 22:25-29).
28. Queriendo saber. Lisias había tratado de conseguir la información deseada por medio de azotes (cap. 22:24), de lo cual se salvó Pablo al declarar que era ciudadano romano (vers. 25).
29. Cuestiones de la ley. Esto incluía los reglamentos del templo (ver com. cap. 21:28) y cuestiones teológicas (cap. 23:6). Estos asuntos tenían poca importancia para Lisias (cf. cap. 18:15), excepto en la medida en que pudieran alterar el orden público.
Delito. La ley romana no legislaba en tales asuntos. La suavidad con que Pablo fue tratado en Cesarea, y más tarde en Roma, sin duda se debió, en parte, al informe favorable de Lisias.
30. Los judíos. La evidencia textual (cf. p.10) se inclina por la omisión de estas palabras. La declaración sería entonces así: "Habiéndoseme revelado que había un complot contra este hombre".
Al punto. O "en seguida". Lisias, enviando al preso rápidamente a Félix, lisonjea al gobernador tanto por su cargo superior como por su amplio conocimiento de las costumbres judías.
Pásalo bien. La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por la omisión de estas palabras.
31. Le llevaron de noche. O sea, partieron de Jerusalén por la noche, y cuando amaneció ya habían recorrido una gran parte del camino hasta Cesarea (ver com. vers. 23).
Antípatris. Se la identifica con Rosh HaAyin en la fértil llanura de Caparsaba (Josefo, Antigüedades xvi. 5.2). Esta ciudad fue construida por Herodes el Grande, quien le puso el nombre de su padre Antípatro (ver t. V, p. 41). Antípatris significa "que pertenece a Antípatro".
La ciudad, muy bien situada en el borde de la llanura de Sarón, estaba arbolada y tenía abundante provisión de agua. Estaba en el camino romano de Jerusalén a Cesarea (ver t. V, mapa frente p. 353). Antípatris estaba construida en el lugar que en el AT se denomina Afec (1 Sam. 4:1-11). Josefo también menciona este lugar, usando tanto el nombre hebreo como el griego (Guerra ii. 19.1). En el mapa que se encuentra frente a la p. 961 del t. I, aparecen los tres nombres: Afec, Pegae y Antípatris.
32. Al día siguiente. Antípatris distaba unos 46 km de Jerusalén. Pablo y sus acompañantes, soldados de infantería, partieron en la noche (ver com. vers. 23), y por lo tanto deben haber llegado a Antípatris al día siguiente.
Dejando. Considerando que Pablo ya estaba fuera de peligro, los soldados de infantería regresaron a Jerusalén.
La fortaleza. La fortaleza Antonia de Jerusalén (cap. 21:34), donde estaba acuartelada la guarnición. Esa guarnición tuvo que haber sido numerosa para poder disponer de un destacamento tan grande de soldados en momentos tan turbulentos (ver t. V, pp. 71-72).
33. Dieron la carta. El comandante del destacamento entregó la carta al gobernador y dejó al preso bajo el cuidado de éste. Su misión había sido cumplida sin incidentes.
34. Cilicia. Ver com. cap. 6:9; 15:41. En ese tiempo Cilicia y Palestina probablemente estaban unidas a Siria, provincia romana.
35. Te oiré. El verbo empleado sugiere una audiencia cabal. Félix aceptó que le correspondía ocuparse de este caso. Los acusadores llegaron a Cesarea cinco días más tarde (cap. 24:1).
Pretorio. Gr. praitÇrion (ver com. Mat. 27:27), del latín praetorium, palabra que se refería a la tienda de un comandante militar, al cuartel de la guardia imperial en Roma y, como aquí, al palacio del gobernador provincial del Imperio Romano. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-9. HAp 329
10. HAp 330
11-15. HAp 330
16-22. HAp 331
23-31. HAp 332
35. HAp 333
1-35. HAp 329-334. LA PRISIÓN DE PABLO. Basado en Hechos 21:17-23:35.
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/08/capitulo-38-la-prision-de-pablo.html
Ministerio Hno. Pio
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