Hechos 9. Vers. (1-2) Saulo de Tarso, el perseguidor.
SAULO ve a Cristo en visión, y se convierte mientras se dirigía a Damasco. Vers. (3-9) una luz celestial lo postra en tierra. (10-17) El Señor lo llama para el apostolado.
Bautismo Y Primera Predicación: Vers. (18-19) Ananías lo bautiza. (20-22) Saulo predica valientemente de Cristo.
Días De Lucha Y Prueba Para Saulo. Vers. (23-24) Los judíos procuran matarlo, (25-30) y también los griegos; pero él se escapa de ambos. (31) Como consecuencia de su conversión. Las iglesias disfrutan de paz temporalmente.
1 SAULO, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, más sin ver a nadie. 8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.
23 Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; 24 pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. 25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.
26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.
27 Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús. 28 Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,
29 y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle. 30 Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.
31 Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. (Hechos 9).
1. Saulo. Ver la segunda Nota Adicional del cap. 7.
Respirando. Gr. empnéÇ, "respirar", "inspirar" o "exhalar aire". El arresto y matanza de los cristianos eran, hablando figuradamente, el aire que respiraba Saulo. Los pueblos semíticos a menudo asociaban con el aliento la emoción causada por la ira.
Aún. Gr. éti, "todavía". Se relaciona el relato del cap. 9 con el cap. 8:3. La iglesia seguía extendiéndose fuera de Jerusalén (cap. 8:4-40), pero Saulo seguía persiguiéndola en la capital y sus alrededores.
Amenazas y muerte. Mejor "amenaza y homicidio". El celo del perseguidor se había intensificado. Estaba dispuesto a llegar a cualquier extremo para arrancar de raíz la odiada enseñanza. Pablo lo reconoció posteriormente (cap. 22:4; 26:9-11). No intentó empequeñecer su importancia en el terrible papel que desempeñó en el asolamiento de la iglesia. Algunos de los antiguos padres de la iglesia encontraron un paralelismo semiprofético entre las palabras de Jacob, "Benjamín es lobo arrebatador; a la mañana comerá la presa, y a la tarde repartirá los despojos" (Gén. 49:27), y la actuación del que sentía orgullo de ser miembro de la tribu de Benjamín (Fil. 3:5) y llevaba el nombre del gran héroe real de esa tribu.
Contra los discípulos. No se dan los nombres de las víctimas de esta persecución continua; pero la confesión posterior de Pablo, "cuando los mataron, yo di mi voto" (Hech. 26:10), indica que Esteban no fue el único muerto en ese período. El celo manifestado durante la muerte de Esteban hizo que Saulo fuera elegido miembro del sanedrín (HAp 84), e inmediatamente fue investido de autoridad por los principales sacerdotes para buscar con afán a los cristianos en Jerusalén. Cuando se supo en Jerusalén que se habían admitido samaritanos en la iglesia (ver com. cap. 8:1), el odio de los judíos indudablemente se intensificó,
Sumo sacerdote. Anás o Caifás (ver com. cap. 4:6), ambos saduceos, mientras que Saulo se gloriaba de ser un estricto fariseo (cap. 26:5). Sin embargo, esta extraña alianza (t. V, pp. 53-54) no fue un impedimento para el empedernido perseguidor. La alianza de saduceos y fariseos que antes se había formado contra Jesús (Mat. 26:3), se renovó contra sus seguidores.
2. Cartas. Las cartas que Saulo pidió eran una prueba de la "comisión" y los "poderes" (cap. 26:12) que le habían sido concedidos.
Parece que Roma cooperaba con las autoridades judías, dándole al sumo sacerdote la autoridad de apresar a los fugitivos judíos. Es probable que este poder comenzara desde aproximadamente el año 56 a.C. (Josefo, Antigüedades xiv. 8. 5; cf. 1 Mac. 15:15-24).
Sinagogas. La ciudad era cosmopolita, y es probable que vivieran allí personas de muchas naciones. Como sucedía en Jerusalén (ver com. cap. 6:9), era natural que los diferentes grupos establecieran sus propias sinagogas. Se calcula que en ese tiempo pudo haber en Damasco entre 30 y 40 sinagogas. Sin duda los cristianos aún asistían fielmente a la sinagoga, y Saulo se proponía proceder contra ellos.
Damasco. Damasco es una de las ciudades más antiguas del mundo que aún es habitada. Josefo (Antigüedades i. 6.4) dice que fue fundada por Uz, nieto de Sem (ver t.I, p. 282). Damasco aparece en el relato de Abrahán como el lugar donde nació Eliezer, su mayordomo (Gén. 15:2). David puso guarniciones en ella (2 Sam. 8:6); pero en los días de Rezón la ciudad se convirtió en un centro de oposición contra Salomón (1 Rey. 11:23-25). Sus ríos, Abana y Farfar, según la opinión de Naamán, el general sirio que sufría de lepra, eran mejores que los ríos de Israel (2 Rey. 5:12).
Damasco era el centro del reino sirio (arameo), y alternadamente fue aliada y enemiga de Israel y de Judá (2 Rey. 14:28; 16:9-10; Amós 1:3,5). Comerciaba con Tiro vendiendo vino y lana blanca, como lo afirma Ezequiel (cap. 27:16,18). Parmenio, general macedonio, en el año 333 a. C., tomó la ciudad en nombre de Alejandro Magno. Fue conquistada de nuevo por Pompeyo, general romano, en el año 64 a. C. Cuando Saulo se convirtió, Damasco estaba bajo la jurisdicción de Vitelio, entonces gobernador romano de Siria.
Cuando Tiberio murió en el año 37 d. C., Vitelio fue a Roma, y Aretas IV, rey de los nabateos, dominó a Damasco y la gobernó mediante un representante suyo. Tal era la situación cuando Saulo se escapó de esta ciudad (2 Cor. 11:32).
Damasco está situada en un oasis en el desierto de Siria. El río Abana, alimentado por las nieves de las montañas del Antilíbano, riega los alrededores y le da mucha fertilidad. Con razón se describía la ciudad como "una capital predestinada a la prosperidad". Su población era principalmente aramea, pero en la ciudad había una numerosa colectividad judía. El relato de Hech. 9 sugiere que allí había muchos "discípulos del Señor" (vers. 1).
De éstos, muchos pueden haber sido refugiados que habían huido de la persecución de Jerusalén y sus alrededores. Sin duda en las sinagogas locales se dio la orden de hacer respetar el decreto del sanedrín de Jerusalén. Lucas no explica por qué Saulo prefirió llevar a cabo su obra de persecución contra la iglesia de ese lugar; sin embargo pueden sugerirse algunas razones: (1) como ya se señalara, los cristianos se habían refugiado allí, a bastante distancia de Judea; (2) había conversos oriundos de ese lugar; (3) es posible que Damasco se hubiera convertido en un núcleo secundario de la creciente iglesia; (4) Saulo pudo haber conocido a las autoridades judías del lugar y contado con su cooperación contra los cristianos.
Hombres o mujeres. La inclusión de mujeres entre sus posibles víctimas destaca la furia con que actuó Saulo contra los cristianos (cf. cap. 22:4).
De este Camino. El sustantivo "camino" aparece como sinónimo del cristianismo en sus primeras décadas (cf. cap. 19:9,23; 22:4; 24:14,22). Compárese con la manera en que Locas usa algunos otros términos: "el Nombre" (cap. 5:41), "la palabra" (cap. 4:4; 8:4; 14:25), "el camino de salvación" (cap. 16:17), "el camino del Señor" (cap. 18:25). Posiblemente este término surgió de la declaración de Jesús de que él era el "camino" (Juan 14:6), o de la referencia que hizo al "camino" angosto (Mat. 7:14).
Presos a Jerusalén. La misión de Saulo implica que el delito de los cristianos no pertenecía a la jurisdicción de los tribunales locales (ver com. Mat. 10: 17), y debía ser referido al sanedrín (ver t. V, p. 68) de Jerusalén. El poder de los sacerdotes era tan grande (ver com. "cartas"), que las autoridades judías podían apresar a quienes desearan, aun en países extranjeros.
3. Yendo. No se sabe por qué camino fueron Saulo y sus compañeros; pero disponían por lo menos de dos posibles rutas. Una era el camino principal de las caravanas, que iba de Egipto a Damasco, y que corría paralelamente con la costa de Palestina hasta cortar el valle del Jordán, al norte del mar de Galilea. El otro camino pasaba por Samaria y cruzaba el Jordán al sur del mar de Galilea, y después de pasar por Gadara seguía al noreste hacia Damasco. Era posible recorrer los 240 km de distancia en una semana.
Cerca de Damasco. No se sabe dónde tuvo Saulo la visión. Hay por lo menos cuatro tradiciones, pero contradictorias y sin base histórica. No hay duda de que fue cerca de la ciudad, pues los que iban con él "llevándole por la mano, le metieron en Damasco" (vers. 8; cf. HAp 93-94).
El libro de Hechos registra tres versiones de lo que ocurrió cerca de Damasco. Con referencia a las pequeñas variantes entre relatos bíblicos paralelos, ver la Nota Adicional de Mat. 3. La comparación de las tres versiones que se presenta a continuación, destaca los puntos principales de los tres relatos.
Le rodeó un resplandor de luz. En otros pasajes (cap. 22:6; 26:13) se dice que la visión tuvo lugar al mediodía. No importa cuán brillante fuera la luz del sol del mediodía, Pablo dijo que la luz que vio del cielo "sobrepasaba el resplandor del sol" (cap. 26:13).
En medio de ese fulgor vio tan claramente al Cristo glorificado, que después se incluyó entre los que habían tenido el privilegio de contemplar al Señor después de su resurrección (Hech. 9:17; 1 Cor. 9:1; 15:8; HAp 94).
En cuanto a la forma de la visión, es natural que fuera similar a la que había contemplado Esteban (ver com. Hech. 7:55-56).
Las palabras del mártir: "Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios", habían sido como una blasfemia frente al fogoso celo de Saulo, el fariseo. Ahora Saulo mismo vio al Hijo del hombre, en la gloria del Padre. Sus compañeros oyeron la voz, pero no distinguieron las palabras (cap. 22:9; cf. com. cap. 9:7). Vieron la luz (cap. 22:9), pero no percibieron la forma de Aquel que habló (ver com. Juan 12:29). Estos detalles prueban que fue un suceso real.
4. Y cayendo. La luz del cielo los abrumó de tal manera que todos los viajeros cayeron al suelo (cap. 26:14), aunque Lucas sólo menciona a Saulo. No hay indicación alguna de que hubieran ido a caballo. Oyó una voz. Al comparar este pasaje con los otros (cap. 9:7 y 22:9) se entiende que Saulo oyó y comprendió la voz que le habló, mientras que sus compañeros oyeron su sonido, pero no entendieron lo que se dijo (ver com. cap. 9:7).
Saulo. Hasta el cap. 9:1 apareció el nombre de Saulo en su forma griega: Sáulos; pero aquí y en otros pasajes (cap. 9:17; 22:7,13; 26:14) se usa Saóul, forma hebrea de este nombre. Esto probablemente refleje las palabras que fueron dichas (1) por Jesús, quien hablaba en lengua aramea o hebrea (cap. 26:14; ver t. I, p. 34), y (2) por Ananías, que probablemente era judío y por lo tanto hablaba hebreo (arameo).
Con referencia a la repetición del nombre de una persona en las comunicaciones divinas, cf. Gén. 22:11; 1Sam. 3:10; Mat. 23:37; Luc. 10:41; 22:31.
¿Por qué me persigues? Cristo le hace una pregunta penetrante al perseguidor. Sacudió la base de su conducta, y demostró que no conocía al que tan implacablemente perseguía. Cristo -nótese- se identifica de tal modo con sus discípulos, que los sufrimientos de éstos se convierten en los de él (HAp 95-96).
"En toda angustia de ellos él fue angustiado"(Isa. 63:9) y "el que os toca, toca a la niña de su ojo" (Zac. 2:8). El Señor considera que lo que les hacen a sus discípulos es como si se lo hicieran a él (Mat. 10:40).
5. ¿Quién eres, Señor? Difícilmente Pablo habría usado la palabra "Señor" en toda la plenitud del sentido que se le da en el NT. Su respuesta natural era de temor y respeto (ver com. Juan 1:38); sin embargo, Saulo sentía vagamente la presencia divina, y lo mostró pronunciando el título "Señor".
Yo soy Jesús. Unos pocos manuscritos añaden "de Nazaret", pero la evidencia textual afirma la omisión de esas palabras (cf. p. 10) que aparecen en Hech. 22:8, en el relato de Pablo. Jesús de Nazaret es el nombre que usaron despectivamente los acusadores de Esteban (cap. 6:14). Era el mismo nombre que Saulo había estado obligando a los discípulos a repudiar (cap. 26:11; cf. vers. 9). Al aplicarse a sí mismo ese nombre, el Ser celestial que se le aparece a Saulo se identifica inequívocamente como Jesucristo. El perseguidor se rinde.
La comprensión de que Jesús era el Cristo señaló el momento de la conversión de Saulo y el fin de su furia perseguidora. Se vio obligado a reconocer lo que su maestro Gamaliel ya había sugerido (cap. 5:39): que era inútil luchar "contra Dios". Ver com. cap. 22:8; 26:15.
A quien tú persigues. En el griego los pronombres "tú" y "yo" son enfáticos. Se establece entonces un agudo contraste entre Cristo: amor, poder, gloria, y Saulo: perseguidor, pero ahora rendido y temeroso.
Dura cosa. La evidencia textual tiende a confirmar la omisión (cf. p. 10) de la frase "dura cosa te es dar coces contra el aguijón"; sin embargo, establece su presencia en el cap. 26:14. Esta declaración aparece en varios manuscritos latinos, pero no en los griegos. Aparece en la RVR porque Erasmo (ver t. V, pp. 142-143) la tradujo del latín y la incorporó al texto de su NT en griego. En cuanto a esta declaración, ver com. Hech. 26:14.
6. El, temblando y temeroso. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la omisión de "El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo". Sin embargo, se establece la inclusión de la pregunta de Pablo: "¿Qué haré, Señor?", en el pasaje paralelo (cap. 22:10). Este pasaje, así como la última parte del vers. 5 (ver com. "dura cosa"), no se encuentra en los manuscritos griegos. Parece que se introdujo en la RVR a través de la inserción (basándose en la Vulgata) que hizo Erasmo cuando preparó su NT en griego. Levántate. Saulo permanecía en tierra en donde había caído.
Entra en la ciudad. Esto sugiere que Saulo y los que le acompañaban estaban cerca de Damasco (cf. vers. 3).
Se te dirá. Posteriormente Pablo da un informe más detallado de las instrucciones que recibió de Cristo (cap. 26: 16-18).
El relato de Lucas aquí es más breve. Se le dieron instrucciones más amplias por medio de Ananías (vers. 15-17).
7. Los hombres. A Saulo no sólo se le había dado autoridad para llevar adelante su obra de persecución, sino también varios ayudantes. Según parece, tenían el plan de desarraigar por completo el cristianismo de la ciudad de Damasco.
Se pararon. También habían caído en tierra (cap. 26:14). Quizá se levantaron antes que Saulo. Atónitos. La experiencia, aunque menos intensa para ellos que para su caudillo, los dejó asombrados.
Oyendo a la verdad la voz. En la RVA hay una aparente oposición entre esta afirmación y otra que es paralela: "no oyeron la voz" (cap. 22:9). La RVR interpreta bien el griego, y traduce aquí "oyendo la voz", y en el cap. 22:9 que, aunque la oyeron. El verbo griego akóuÇ puede significar "oír", "escuchar" o "entender". La diferencia está en el caso gramatical de la palabra a la cual se refiere el verbo.
En este pasaje, en el griego dice akoúontes... t's fÇn's, y la palabra traducida "voz" está en caso genitivo, por lo cual se puede traducir "oyeron la voz". En Hech. 22:9 dice t'n ... fon'n ouk 'kousan, y la palabra que se traduce "voz" está en el caso acusativo, por lo cual es perfectamente posible traducir "no entendieron la voz". Los que acompañaban a Saulo vieron una luz resplandeciente, y oyeron una voz pero no comprendieron lo que decía, ni tampoco pudieron distinguir a ninguna persona.
Sin ver a nadie. Vieron la luz celestial (cap. 22:9), pero no percibieron la forma divina que Saulo vio envuelta en esa luz.
8. Abriendo los ojos. Abrió los ojos, pero nada vio; estaba ciego.
No veía a nadie. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto: "no veía nada". Saulo había quedado ciego por la deslumbrante gloria de la luz celestial (cf. cap. 22:11). Su ceguera probaba que lo que había visto no era una alucinación. Para Saulo la ceguera bien pudo haber tenido un significado espiritual. Se había considerado como "guía de los ciegos", jactándose de que veía claramente (cf. Rom. 2:19). Ahora debía aceptar su ceguera por un tiempo, hasta que la luz interior y también la exterior, volvieran a iluminarlo.
Algunos comentadores creen que los efectos de este enceguecimiento fueron permanentes en la vista del apóstol, porque generalmente dictaba sus cartas (cf. 2 Tes. 3:17), cuando escribía lo hacía con letras grandes (ver com. Gál. 6:11), y porque no reconoció al sumo sacerdote que ordenó que lo golpearan (Hech. 23:2-5). La más razonable de las varias teorías acerca del "aguijón" en la "carne" de Pablo, es que se trataba de una deficiencia de la vista, lo que quizá implicaba ataques de agudo dolor (ver com. 2 Cor. 12:7). Esta posibilidad daría un significado especial al deseo de los gálatas de sacarse los ojos, si eso hubiera sido posible, para dárselos al apóstol (ver com. Gál. 4:15).
Llevándole. La vista de los compañeros del apóstol no quedó muy afectada. Quizá no habían mirado tan directamente la deslumbrante gloria, o la radiación plena no había brillado sobre ellos. Sea como fuere, pudieron guiar a Saulo; llevaron de la mano al que había sido su caudillo. El orgullo de Saulo se convirtió en humillación. Su misión ya era conocida en Damasco, y los sacerdotes esperaban ansiosamente su llegada mientras que los cristianos la temían. Saulo llega, pero su misión ha fracasado, y las cartas para las sinagogas sin duda nunca fueron entregadas.
9. Tres días. El conflicto en el alma de Saulo debe haber sido terrible, y fue necesario que transcurrieran los tres días hasta que disfrutara de paz. El Espíritu de Dios utilizó esos tres días de ceguera para iluminar la mente del afectado. En la tranquila oscuridad Saulo pudo recordar las profecías mesiánicas, pudo aplicarlas a Jesús de Nazaret y examinar su propio pasado teniendo en cuenta sus nuevas convicciones. ¡Cuán grande debe haber sido su angustia, cuán fervientes sus plegarias en procura de perdón; cuán dulce la dádiva del perdón de Cristo! Ver HAp 96-98.
No comió ni bebió. Este ayuno no fue sólo un acto de arrepentimiento. Por un tiempo la angustia mental fue mayor que el apetito normal. Los tres días de ceguera fueron un período de introspección y arrepentimiento.
10. Ananías. Con referencia al significado de este nombre, ver com. cap. 5:1. Ananías era un nombre común entre los judíos. No se menciona más a este discípulo en el NT, excepto en el cap. 22:12, donde Pablo lo describe como un "varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que... moraban" en Damasco. Es posible que, de acuerdo a estas cualidades, fuera el dirigente de la comunidad cristiana y estuviera preparado para ser el mensajero del Señor para Saulo.
No se sabe cómo llegó a ser cristiano. Quizá siguió al Salvador durante su ministerio terrenal; pudo haber estado entre los conversos judíos de Pentecostés o haber aceptado después el cristianismo. Posiblemente se vio obligado a huir de Jerusalén debido a las persecuciones después de la muerte de Esteban; pero éstas son sólo conjeturas. Por otra parte, las palabras con que Ananías expresa su vacilación en visitar a Saulo (cap. 9:13-14), indican que aún recibía noticias de Jerusalén, porque conocía el desastre que había causado el perseguidor y también el propósito de su misión en Damasco.
En visión. Ananías fue preparado mediante una visión para visitar a Saulo, y también Saulo fue preparado del mismo modo para recibir la visita de Ananías (vers. 12).
Con referencia a esta preparación mediante visiones y su parecido con la preparación de Pedro y Cornelio (cap. 10:1-18), los comentadores Conybeare y Howson hacen notar: "La preparación simultánea de los corazones de Ananías y de Saulo, y la preparación simultánea de Pedro y Cornelio -la duda y vacilación de Pedro y también la de Ananías-: el uno dudando si debía establecer relaciones con los gentiles, y el otro vacilando si debía acercarse al enemigo de la iglesia; la resuelta obediencia de los dos cuando la voluntad divina les fue claramente revelada y el estado mental en el cual se encontraban el fariseo y el centurión, aguardando ambos para ver lo que el Señor podría decirles, es una estrecha analogía que no será olvidada por quienes lean reverentemente los dos capítulos consecutivos (9 y 10) de los Hechos de los Apóstoles, donde se narran los bautismos de Saulo y de Cornelio" (The Life and Epistles of the Apostle Paul, p. 94).
Heme aquí, Señor. Estas palabras expresan la prontitud de Ananías para llevar a cabo las instrucciones del Señor. Compárese con los ejemplos de Samuel (1Sam. 3:1-10) e Isaías (Isa. 6:8).
11. Calle. Gr. rhúm', "calle angosta", "callejón". Este estrecho pasaje entre las casas sería considerado angostísimo en comparación con las calles modernas.
Derecha. La calle que tradicionalmente se denomina "la Derecha" es la Sultaniyeh, que tiene como 3 km de largo y va de noreste a suroeste. Puesto que su nivel actual está por encima del nivel de la calle de los días de Pablo, es imposible identificar ninguna casa. Excavaciones realizadas en ella muestran que en tiempos antiguos tenía magníficas columnatas; hoy gran parte de su extensión está ocupada por un inmenso bazar.
Judas. No se da ninguna información en cuanto a este Judas ni porqué llevaron a Saulo a su casa. El relato muestra cuán detallados son tanto el conocimiento como los planes de Dios.
Saulo, de Tarso. En este pasaje se señala por primera vez el lugar de nacimiento de Saulo (ver la segunda Nota Adicional del cap. 7; mapa p. 226). Su posición geográfica garantizaba la importancia de Tarso. Aunque estaba a unos 15 km del mar, había un puerto seguro entre la ciudad y el mar, y las embarcaciones pequeñas podían llegar hasta la ciudad. Más allá de ella se elevaban los montes Tauro, a través de los cuales el angosto desfiladero conocido como puertas de Cilicia conducía al interior del Asia Menor.
Pero la antigua ciudad era famosa no sólo por su posición estratégica; se destacaba además como centro educativo, y algunas veces era llamada la Atenas del Asia Menor. Sus eruditos eran respetados por sus conocimientos científicos, y entre sus filósofos había muchos renombrados estoicos, los cuales pueden haber influido algo en la forma de pensar de Saulo. En cuanto a los oficios, es significativo que se diera importancia a la fabricación de tiendas, el oficio de Saulo (cap. 18:3).
Ora. Aquí se nota el contraste entre las amenazas y la muerte que respiraba el perseguidor al acercarse a Damasco, y el espíritu de oración del humilde arrepentimiento que ahora lo embargaba. Las oraciones de Saulo incluirían la súplica de perdón por su pasado, y luz y sabiduría para el futuro, fuerza para la obra a la cual se lo llamaba, e intercesión en favor de aquellos a quienes había estado persiguiendo.
12. En visión. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por la omisión de las palabras,"en visión", sin embargo, es muy probable que Dios se hubiera comunicado con Saulo de este modo. No es de extrañarse que el Señor que se reveló en el camino a Damasco, ahora asegurara el éxito de sus planes dando visiones casi simultáneas a quienes deseaba que se encontraran.
Un varón. Jesús le habla a Ananías para ponerlo al tanto de lo que ya sabe Saulo. Según esta descripción hecha a Ananías, es claro que Saulo aún no lo conocía.
Que entra. Nótese la forma indirecta en que el Señor le da instrucciones a Ananías. Le relata la visión y espera que éste la haga una realidad encontrando a Saulo y restaurándole la vista.
13. He oído de muchos. Ananías siente mucha inquietud por la orden que se le da. Su espíritu obediente, pero humano, vacila en ayudar a alguien como Saulo, que tiene una fama tan terrible. Con todo respeto discute con el Señor. Las palabras muestran que Ananías había estado viviendo en Damasco, que no acababa de llegar de Jerusalén (cf. 232 com. vers. 10). También indican cuánto se había propagado entre los cristianos la fama de la violencia de los ataques de Saulo contra la iglesia. Los informes habían sido tristemente confirmados por los refugiados que habían llegado a Damasco procedentes de Jerusalén.
Cuántos males. Ver com. cap. 8:1,3; 9:1.
Santos. Con referencia al trasfondo hebreo de esta palabra, ver com. Sal. 16:3; y en cuanto a su significado entre los cristianos, ver com. Rom. 1:7. Es interesante notar que este uso temprano de la palabra "santos" en el NT (cf. Mat. 27:52) corresponda a Ananías, el mensajero enviado para ser el instructor de Saulo, y que este mismo vocablo hubiera sido usado tantas veces por el apóstol (Rom. 1:7; 15:25; 16:2; 2 Cor. 1:1; Efe. 1:1; Fil. 1:1; etc.).
14. Autoridad. La autorización oficial y escrita que Saulo había conseguido personalmente (vers. 1-2). Todos los que invocan. Invocar el nombre de Cristo es creer en él. Ver com. cap. 2:21; cf. Hech. 9:21; 1 Cor. 1:2; 2 Tim. 2:22.
15. Ve. Ananías estaba perplejo porque ignoraba cuál era la verdadera situación; pero el Señor conocía todas las circunstancias del caso, y dirigió a su siervo de acuerdo con su conocimiento.
Instrumento. Gr. skéuos, "vaso", "implemento". En el NT se emplea esta palabra con una gran variedad de sentidos (Mat. 13: 48; Luc. 8:16; Juan 19:29; Hech. 10:11; Rom. 9:21; 2 Cor. 4:7; 1 Tes. 4:4). La utilizaban los autores clásicos para referirse a los siervos útiles y dignos de confianza. Con este sentido el Señor aplica el término a Saulo: lo usaría como instrumento para cumplir su voluntad entre los gentiles.
Para llevar mi nombre. Este fue el propósito del Señor al llamar a Saulo; éste llevaría el nombre de Cristo o manifestaría su carácter (ver com. cap. 3:16).
Gentiles. Los gentiles aparecen en primer lugar en la enumeración, pues el radio de acción de Saulo debía ser especialmente entre ellos (ver com. Rom. 1:13-14; 11:13). Esto debe haber sido una revelación sorprendente para Ananías, quien, como piadoso judío, no había comprendido aún que todo el mundo debía oír de Cristo. Pero ahora ve en el hombre del cual sólo había oído que era un gran perseguidor, a uno que ha sido escogido y capacitado más que todos los otros para la obra de extender el Evangelio por todo el mundo.
Reyes. Estas palabras hallan un cumplimiento suficiente, aunque quizá no exclusivo, en el discurso de Pablo ante Agripa (cap. 26:1-2) y ante Nerón (ver com. 2 Tim. 4:16). Los hijos de Israel. Aunque Pablo fue el apóstol para los gentiles, predicó a los judíos en todas las oportunidades que tuvo (cap. 13:5; 14:1; 17:1,10; 18:4,19; 19:8).
16. Yo le mostraré. Esto sugiere que Saulo recibió instrucciones especiales de Cristo, posiblemente en visión (cf. cap. 20:23). La perspectiva de tener que sufrir influye para que algunas personas vacilen en emprender determinada empresa; pero para Saulo de Tarso tal perspectiva era sólo un desafío. Esto lo capacitaría, si no a expiar su pasado, por lo menos a producir frutos dignos de arrepentimiento. El cumplimiento de la predicción de sufrimientos se registra en 2 Cor. 11:23-28, y con menos detalles en 2Cor. 6:4-5. Cf. com. Mat. 5:10-12; Hech. 14:22; Rom. 8:17; 2 Tim. 2:12.
17. Fue entonces Ananías. Aceptó lo que Dios le dijo, y obedeció inmediatamente.
Poniendo sobre él las manos. En esta acción había un doble propósito: (1) sanar (cf. Mar. 16:18), y (2) conceder el Espíritu Santo (cf. com. Hech. 6:6). Este acto sirvió para confirmar la visión de Saulo (cap. 9:12) y para identificar a su visitante enviado por el cielo.
Hermano Saulo. El que fuera perseguidor se había apartado de las autoridades judías y, aparentemente, tenía pocas esperanzas de ser aceptado por los cristianos. El hecho de que Ananías usara la palabra "hermano" debe haberle inspirado confianza y disipado sus temores. Ananías usa la forma hebrea (aramea) del nombre (Saóul) que Jesús ya había empleado en la visión del camino a Damasco (ver com. vers. 4).
Señor Jesús. Esta forma compuesta combina el título que Saulo ya había usado para dirigirse a su interlocutor celestial (vers. 5) y la manera como Cristo se había identificado: Jesús (vers. 5). Esto también debe haber sido animador para Saulo.
Que se te apareció. El hecho de que Ananías, a quien Saulo no había visto hasta entonces, ya conociera la revelación del camino a Damasco, tuvo que haber confirmado en Saulo la certeza de lo que había visto y oído.
Me ha enviado. Esto vincula la visión de Pablo en el camino con la visita de Ananías. Saulo ahora podía esperar que recibiría la instrucción prometida (vers. 6), de la cual se da un informe más completo en el cap. 22:14-16.
Recibas la vista. O "recobres la vista" (BJ). Se ve aquí una estrecha relación entre la imposición de manos, la recuperación de la vista y el henchimiento con el Espíritu Santo.
Seas lleno. Cf. com. Hech. 2:4; 4:31; Efe. 5:18.
18. Escamas. Gr. lepís, "escama", palabra que usa la LXX para designar las escamas de peces. Galeno e Hipócrates la usaron para referirse a algo parecido a las escamas que pueden desprenderse de la piel o de los ojos. Es posible que Lucas emplee la palabra como un término médico. Puesto que la ceguera de Saulo era resultado de una manifestación sobrenatural, es inútil tratar de identificar exactamente su dolencia con términos médicos modernos. Sin embargo, es comprensible que Lucas empleara un término médico para describir la situación de Saulo.
Al instante. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras; sin embargo, aclara que la curación fue inmediata.
Fue bautizado. El relato posterior más completo (cap. 22:16) muestra que Ananías exhortó a Saulo a que participara del rito. Es claro que se consideraba que el bautismo era una condición necesaria para la admisión en la iglesia (ver com. Mat. 3:6; Hech. 22:16). Ninguna visión ni revelación del Señor, ninguna convicción personal por intensa que fuera, podía eximir a Saulo de ser bautizado. Probablemente el bautismo se celebró en el río Abana o en el Farfar, que aparecen en el relato de Naamán (2 Rey. 5:8-14). Ananías, como representante de Cristo, administró el bautismo (HAp 99-100).
19. Habiendo tomado alimento. En cierto modo esta frase parece corresponder mejor como parte del vers. 18. No cabe la menor duda de que Saulo estaba débil después de ayunar tres días.
Recobró fuerzas. "No fortaleció su cuerpo con alimentos hasta que su alma hubo recibido fuerzas" (Juan Calvino, Commentaries, Hech. 9:19). Entonces el cuerpo y el alma se fortalecieron para desempeñar la obra que estaba por delante.
Algunos días. Lucas emplea también esta frase en Hech. 10:48; 15:36; 16:12; 24:24; 25:13, y en todos esos casos indica un período breve. Describe el tiempo que estuvo Pedro con Cornelio, el corto lapso que pasaron Pablo y Bernabé en Antioquía, la corta permanencia de Pablo en Filipos, el breve tiempo que Pablo estuvo detenido en Cesarea antes de que fuera oído por Félix, y un período similar entre la llegada de Festo y la visita que Agripa le hizo para saludarlo como nuevo gobernador.
Se destaca por contraste con la expresión "muchos días" (cap. 9:23), que parece indicar un período más largo. La forma como se refiere a los "discípulos" hace pensar que probablemente ya había en Damasco muchos cristianos en esos primeros años de la proclamación del cristianismo. Recibieron a Saulo, no como enemigo, sino como un hermano. La obra del fiel Ananías termina aquí, y no aparece más en el libro de los Hechos.
20. En seguida. Cristo sanó a Saulo "al instante" (vers. 18), y Saulo comenzó a presentar su testimonio "en seguida". En ambos casos se usa en el griego la misma palabra.
Predicaba a Cristo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto: "predicaba a Jesús", lo que todavía no era tan común. La proclamación de que Jesús de Nazaret era el Cristo, el tan anhelado Mesías, era el contenido principal del mensaje del apóstol a los judíos.
La predicación de Saulo, como la de Pedro (ver com. cap. 2:16), seguramente tenía una firme base profética (HAp 101-102).
En las sinagogas. Saulo fue a las sinagogas como lo había hecho Jesús (ver com. Luc. 4:16), pues eran los lugares más apropiados para que se reuniera la gente a escuchar su proclamación evangélica. Como observador del sábado, iba a la sinagoga el sábado; como apóstol, proclamaba allí el Evangelio.
En vez de entregar a los dirigentes de las sinagogas las cartas que había recibido de los jefes de Jerusalén (Hech. 9:2), les proclamaba el Evangelio que había recibido de una autoridad muy superior a la de los principales sacerdotes. En cuanto a la costumbre de Pablo de predicar a los "hijos de Israel" en las sinagogas, ver com. vers. 15.
El Hijo de Dios. Con referencia al significado de este título, ver com. Luc. 1:35. Esta es la única vez que se utiliza en los Hechos para referirse a Jesús. Lo que Pablo proclamaba era (1) que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios así como era hijo de David, y (2) que se había demostrado que Jesús de Nazaret era el Cristo. Esto era no sólo motivo de perplejidad para los judíos (cf. com. Mat. 22:41-46), sino que les parecía una pretensión blasfema. A los judíos les parecía sumamente difícil aceptar el mensaje de que Jesús era Hijo de Dios.
21. Atónitos. Ver com. cap. 2:7. Este asombro es fácil de entender si se recuerda que Saulo tenía una terrible fama de perseguidor de los cristianos.
Es posible que las autoridades de las sinagogas hubieran recibido instrucciones de prestarle a Saulo su cooperación en la obra que debía hacer. Por lo que sigue se ve claramente que su fama era bien conocido entre los judíos de Damasco.
Asolaba. "Perseguía encarnizadamente" (BJ). Pablo emplea el mismo verbo para describir sus acciones del pasado (Gál. 1:13, 23). Esta fuerte expresión explica claramente que la matanza de cristianos en Jerusalén no se había limitado sólo al apedreamiento de Esteban.
Invocaban este nombre. Ver com. cap. 2:21; 3:16; 4:12.
Vino. Mejor "había venido", indicando así que Saulo había desistido del propósito que lo había movido al ir a Damasco.
22. Saulo mucho más se esforzaba. Mejor "se fortalecía". Iba aumentando su experiencia y su eficacia. A medida que pasaba el tiempo, el Espíritu Santo le daba cada vez más poder. En los años posteriores la idea de "fuerza" y "fortalecer" fue prominente en el pensamiento de Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13). Comprendía que el poder que se perfeccionaba "en la debilidad" (2 Cor. 12:9) era de Cristo; que era Cristo quien lo había fortalecido para cumplir su ministerio (1 Tim. 1:12), y quien le "dio fuerzas" en las pruebas finales de su vida (2 Tim. 4:17).
Confundía. Gr. sugjúnÇ, "confundir", "aturdir". A Pablo lo ayudó mucho la preparación que había recibido de Gamaliel. Podía emplear su completo conocimiento del judaísmo para apoyar sus nuevas convicciones. Sus métodos hacían que su fe fuera aceptable para aquellos judíos que estaban buscando con sinceridad la Esperanza de Israel; pero desafortunadamente ellos no serían más que una pequeña parte de sus oyentes; el resto de los judíos quedaban confundidos. Escuchaban a una persona culta e instruida que aplicaba sus propias Escrituras a la vida de Jesús. Seguían rechazando al Salvador, pero aún no se atrevían a atacar a Saulo.
Demostrando. Gr. sumbibázÇ, "unir", "llegar a una conclusión", "demostrar". Saulo unía todas las pruebas con gran habilidad, presentaba las profecías mesiánicas y concluía que se cumplían en Jesús de Nazaret. Así demostraba que Jesús era el Cristo, el Ungido, el Mesías.
23. Muchos días. Esta frase aparece también en el vers. 43 donde se refiere al tiempo que Pedro pasó en Jope; al tiempo que Pablo quedó en Corinto después de ser oído por Galio (cap. 18:18), y también al lento viaje de Pablo a Roma (cap. 27:7). Por lo tanto, parece que representan un tiempo relativamente largo, de duración indefinida. Como contraste, "algunos días" se refiere a un tiempo corto (ver com. cap. 9:19).
Esta distinción es muy importante al tratar de reconstruir este período de la carrera del apóstol. Los "algunos días" del vers. 19 y los "muchos días" de este versículo parecen referirse a dos períodos de residencia en Damasco.
El primero fue breve y concluyó cuando Saulo confundió a los judíos (vers. 22); el segundo fue más largo, y terminó cuando huyó de Damasco (vers. 23-25). El viaje a Arabia (Gál. 1:15-18) puede situarse entre estos dos períodos (HAp 102-105).
Lucas no habla de este viaje, pero Pablo afirma que fue a Arabia poco después de su conversión, antes de que regresara a Damasco y volviera a Jerusalén (Gál. 1:15-18). Después de la crisis del camino a Damasco, Pablo necesitaba reposo, aislamiento y tranquila comunión con Dios para prepararse para los años de ardua labor que tenía por delante. Si se cuentan los tres años de Gál. 1:18 a partir de la conversión de Saulo, ambas permanencias en Damasco estarían dentro de ese período, y el viaje a Arabia y los "muchos días" en la ciudad no habrían sido demasiado largos.
No se sabe dónde estaba la "Arabia" a la cual fue Saulo. Sin embargo, el hecho de que Damasco por ese tiempo estuviera ocupada por las tropas de Aretas, rey de Arabia Pétrea o Nabatea (ver t. V., mapa frente a la p. 353), hace probable que Saulo fuera a esa región. Pero era una región tan grande, desde las fronteras de Egipto hasta las inmediaciones de Damasco, que no puede saberse con certidumbre el lugar específico. Tampoco hay datos exactos en cuanto al tiempo de su viaje. En la p.103 se presenta una serie de datos cronológicos importantes.
Es probable que durante la ausencia de Saulo la comunidad cristiana de Damasco hubiera crecido mucho, con un tipo de disciplina y un culto similares a los que había en Jerusalén. Hasta donde se sepa, aún no se habían admitido en la iglesia conversos gentiles y la predicación del Evangelio aún estaba restringida a los judíos. Con profundo afecto por quienes eran sus hermanos según la carne (Rom. 10:1), Saulo se entregó de lleno a la obra de la evangelización entre ellos, hasta que la abierta oposición lo obligó a marcharse de Damasco. Saulo estaba sufriendo ahora el mismo odio manifestado contra Esteban.
Resolvieron en consejo. El disgusto de las autoridades los impulsó a conspirar contra Cristo debido al éxito de su ministerio (ver com. Mat. 15:21; 19:3; Juan 5:16). La obra de Saulo indujo también a los judíos a una oposición homicida. Su evaluación del testimonio del nuevo apóstol puede estimarse por las medidas drásticas que tomaron en sus intentos por destruir a Saulo.
24. Sus asechanzas. Gr. epiboul', "complot". Esta palabra sólo aparece en Hechos (cap. 20:3,19; 23:30). Implica una oposición cuidadosamente planificada, cuyo objeto era la muerte de Saulo. Este se enteró del complot quizá por medio de uno de sus propios discípulos (ver com. cap. 9: 25). El hecho de que fuera advertido muestra que tenía amigos en la ciudad, y que estaban dispuestos a ayudarle en la emergencia que surgió.
Guardaban. En 2 Cor. 11:32-33 se dan los detalles de este episodio de la vida del apóstol. El etnarca (gobernador) de la ciudad tomó parte activa en el complot contra Saulo. Este etnarca representaba al nabateo Aretas, rey de Arabia Pétrea, cuya capital estaba en Petra, en el antiguo país de Edom, y era padre de la mujer de quien Herodes Antipas se divorció para casarse con Herodías (ver t. V, pp. 40, 65-66).
Con referencia a la manera en que Aretas había llegado a dominar la ciudad de Damasco, ver com. Hech. 9:2. Se han hallado monedas damascenas con los nombres de Augusto y de Tiberio, pero no se ha encontrado ninguna con los nombres de los sucesores de Tiberio, Calígula y Claudio. Tiberio había sido amigo de Herodes Antipas y lo respaldaba en su oposición contra Aretas; pero es posible que Calígula hubiera cambiado su política y creado una nueva etnarquía para beneficio de Aretas, a cuyos predecesores había pertenecido Damasco (Josefo, Antigüedades xiii. 15.2).
Parece que el etnarca quería granjearse el favor de la numerosa población judía, y creyendo que Saulo estaba perturbando la paz pública tomó medidas para apresarlo y condenarlo. A juzgar por lo que dice Lucas, parece que los judíos participaron bastante en los esfuerzos por capturar a Pablo. El relato de Pablo (2 Cor. 11:32) concuerda con esto, y agrega que tenían el apoyo de Aretas. Para impedir que Saulo se escapara, evidentemente pusieron centinelas en todas las puertas de la ciudad por donde un fugitivo podría tratar de huir.
25. Los discípulos. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto: "los discípulos de él". Esto concuerda con las aplicaciones de la frase "muchos días" del vers. 23. En su segunda visita a Damasco, Saulo permaneció suficiente tiempo como para rodearse de un grupo de seguidores que lo aceptaron como su maestro y estaban dispuestos a arriesgar su vida para protegerlo.
Una canasta. Gr. spurís, una canasta más bien pequeña, como aparece en Mat. 15:37. Pero en 2 Cor. 11:33 Pablo emplea la palabra sargán', una canasta hecha de soga, suficientemente grande para que cupiera una persona. Pablo menciona este episodio en relación con sus "debilidades" (entre las cuales puede haberse incluido su tradicional pequeña estatura), de las cuales estaba contento de gloriarse (2 Cor. 11:30).
Pablo escapó por una abertura o "ventana" del muro de la ciudad (2 Cor. 11:33; compárese con la fuga de los espías de la casa de Rahab, Jos. 2:15 y de David de su propia casa, 1 Sam. 19:12). Saulo parece haber comprendido que se hallaba en una situación muy peculiar: lo estaban salvando en una forma poco elegante las mismas personas a quienes había venido a destruir.
26. A Jerusalén. Este viaje a Jerusalén siguió al período de tres años en Arabia (Gál. 1:17-18); por lo tanto, esta sería su primera visita a la capital desde que salió para Damasco. Probablemente los cristianos de Jerusalén lo conocieran mayormente como a un antiguo enemigo.
Trataba de juntarse. El verbo que se traduce "juntarse" (kolláÇ) se emplea en griego para describir un compañerismo muy íntimo, como el de marido y mujer, o entre hermanos o entre amigos (cf. com. Mat. 19:5; Luc. 15:15). Saulo procuraba un completo compañerismo con los discípulos. Si Saulo hubiera ido como judío a Alejandría o a alguna otra ciudad donde había muchos judíos, su primer impulso habría sido el de buscar sus hermanos en la fe.
En Jerusalén procuró unirse con la comunidad cristiana; pero la iglesia le tenía desconfianza. Sus miembros sólo conocían a Saulo por sus terribles persecuciones. Sospechaban que aún podría tener la intención de destruirlos. Deseaban ser cautelosos hasta estar seguros de su sinceridad. El hecho de que no supieran de la autenticidad de su conversión puede explicarse de dos maneras: (1) la ausencia de "tres años" (ver com. Hech. 9:23) daba poca base para recibir noticias ciertas de su actitud hacia el cristianismo; (2) las comunicaciones entre los cristianos de esta ciudad y los de Jerusalén.
Pero todos le tenían miedo. Quizá sería mejor traducir "y todos le tenían miedo". Esto hace menos agudo el contraste entre el deseo de Saulo de unirse con los hermanos y la actitud de ellos. En lo pasado el miedo de los discípulos había sido bien fundado. Como no estaban seguros de que había razón para modificar su reacción, siguieron temiéndole. Podían haberse preguntado si sólo estaba encubriendo su verdadera naturaleza para espiarlos y causarles más dificultades.
No creyendo. Esto indica que alguien había informado a los discípulos en cuanto a la conversión de Saulo, pero que no habían estado dispuestos a aceptar la noticia de un milagro tal. Querían tener una evidencia fidedigna del cambio ocurrido en él antes de aceptarlo en su compañía. En esas circunstancias su cautela era natural, y correcta desde el punto de vista humano.
27. Bernabé. ¿Por qué recibió Bernabé a Saulo mientras que los otros discípulos le temían? La respuesta puede hallarse en el carácter de Bernabé, que parece haber sido amable y generoso (ver com. cap. 4:36-37). Muchos comentadores sugieren que Bernabé abogó por Saulo porque lo conocía desde antes. Si esto fuera cierto, podemos entender que Bernabé, fundándose en la confianza que tenía en la sinceridad de Saulo, creyó que había ocurrido el milagro de la conversión, y con regocijo lo recomendó a los apóstoles. Este acto bondadoso también sugiere que Bernabé tenía una posición de influencia dentro de la iglesia apostólica.
A los apóstoles. Lo trajo a los apóstoles que estaban entonces en Jerusalén en el relato más detallado de Gál. 1:18-19, Saulo dice que fue a Jerusalén "para ver a Pedro" y que el único otro dirigente a quién vio fue "a Jacobo el hermano del Señor". Aunque había recibido su comisión directamente de Jesús, deseaba escuchar acerca de su Señor de quienes habían observado personalmente su vida terrenal y su ministerio. Como solo se menciona a Pedro y a Jacobo, es posible que los otros apóstoles no estuvieran en Jerusalén en ese tiempo. También es posible que después de haber conocido a la iglesia no hiciera ningún esfuerzo por imponerles su presencia.
Más tarde escribiría que "no era conocido de vista a las iglesias de Judea" (Gál. 1:22); sin embargo, esta expresión podría significar que no era conocido en las pequeñas iglesias de Judea, aunque si lo era personalmente por los creyentes de Jerusalén.
En vista de su intensa actividad evangelística en Jerusalén (Hech. 9:28-29), es difícil que hubiera seguido siendo desconocido por la iglesia en esa capital. Por otra parte su visita sólo duró 15 días (Gál. 1:18), y terminó porque se atentó contra su vida (Hech. 9:29-30).
Los contó. "Les narró". Bernabé presento la historia de lo que le había sucedido a Saulo. Esto presupone que ya Saulo le había narrado con detalles lo que le había ocurrido, y que luego Bernabé repitió el admirable relato a los apóstoles.
Visto en el camino al Señor. En ningún otro registro de la conversión de Saulo en el camino a Damasco (cap. 9:3-9; 22:6-11; 26:12-18) se dice específicamente que él vio al Señor Jesús. Sin embargo, se afirma que el Señor se le apareció a Saulo (cap. 9:17; 26:16), y Ananías dijo que Saulo había visto "al Justo" (cap. 22:14). Ahora Bernabé afirma claramente que Saulo "había visto en el camino al Señor". Esto concuerda con lo que Pablo más tarde afirmó: "¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?", y "me apareció [el Señor] a mí" (1Cor. 9:1; 15:8).
Le había hablado. Era importante que los apóstoles supieran que Cristo verdaderamente había hablado a aquel por quien abogaba Bernabé. Ellos habían recibido su comisión directamente del Señor (ver com. Mar. 3:14; Mat. 28:19-20; etc.), y les impresionaría mucho saber que Saulo también había recibido personalmente su comisión del mismo Maestro.
Había hablado valerosamente. Gr.parr'siázomai,"hablar con libertad", "expresarse sin temor" (cf. cap. 9:29; 14:3; 18:26; etc.). Esta era la prueba de que la conversión de Saulo había sido genuina. Defendía valientemente la causa que una vez había decidido destruir. Bernabé se daba cuenta que la noticia del valeroso ministerio de Saulo causaría una profunda impresión en la mente de los apóstoles y los induciría a recibirlo como a uno de ellos.
El nombre de Jesús. Ver com. cap. 3:6,16.
28. Estaba con ellos. Esto sugiere una estrecha comunión.
Entraba y salía. No significa que Saulo salía y entraba constantemente de la ciudad, sino que se movía libremente en Jerusalén (ver com. cap. 1:21).
29. Hablaba denodadamente. Ver com. vers. 27.
Nombre. Ver com. cap. 2:21; 3:6,16.
Disputaba. Mejor "hablaba también y discutía con los helenistas" (BJ). La palabra griega que se traduce "disputaba" es la que Lucas empleo para describir el debate de Esteban con los griegos (ver com. cap. 6:9); sin embargo, hay una diferencia notable: los helenistas habían disputado con Esteban, pero ahora Saulo disputaba con ellos, y como judío oriundo de Tarso, estaba bien preparado para el debate (ver com. cap. 9:11). Los helenistas fueron dominados por un furor desenfrenado. La vida del apóstol estuvo en peligro dos veces en pocas semanas: primero en Damasco (vers. 24) y ahora en Jerusalén.
Los griegos. Es decir, los judíos helenistas (ver com. cap. 6:1). Matarle. Saulo estaba listo para hacer frente a la muerte como Esteban, pero el Señor tenía otros planes para su valiente siervo. La visión de advertencia y de instrucción puede situarse en este momento (ver com. cap. 22:17-21; cf. HAp 106).
30. Supieron esto los hermanos. Habían llegado a conocer a Saulo y estaban enterados del complot que había para matarlo. Lo llevaron a la costa, desde donde pudo huir del país.
Cesarea. Puerto marítimo a unos 100 km al noroeste de Jerusalén. Allí podría embarcarse para Tarso o seguir el camino que iba hacia el norte bordeando la costa de Siria. En Cesarea pudo haberse encontrado con Felipe. Ambos - Felipe y Pablo- el amigo y el antiguo enemigo de Esteban, respectivamente, se encontrarían como hermanos. Ver com. cap. 8:40.
Le enviaron. "Le hicieron marchar" (BJ); lo despacharon. Esto pareciera sugerir que lo enviaron por mar a Tarso. No hay discrepancia entre esta afirmación y lo que Pablo dijo más tarde: "Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia" (Gál. 1:21), pues Siria y Cilicia formaban en ese tiempo una misma provincia romana, y al viajar a Tarso pasó por esa región. También se ha sugerido que el navío en el cual viajaba Saulo tocó en puertos de Siria al dirigirse a Tarso, o que Saulo fue primero a Tarso y después hizo viajes misioneros a lugares cercanos en Cilicia y en Siria.
Esta última sugerencia podría explicar la presencia de iglesias cristianas en esa región, las cuales tuvieron que haber sido establecidas en otro momento que en el primer viaje misionero de Pablo (ver com. Hech. 15:36,41).
Tarso. La ciudad natal de Saulo (ver com. vers. 11) pudo no haber sido el refugio más cómodo para el apóstol. Probablemente el dicho de Jesús de que un "profeta no tiene honra en su propia tierra" (Juan 4:44) fue una difícil realidad para Saulo. No sólo regresaba a su tierra natal, sino que lo hacía como judío que había apostatado de la fe de sus padres, como dirigente de la despreciada y perseguida secta de los cristianos. Es de imaginarse cuál fue la recepción que se le dio. Esto ayudará a entender el silencio que guarda en cuanto a su familia. A partir de aquí se deja el relato de la vida de Saulo, y se lo retoma a cuando Bernabé lo busca para llevar a cabo un ministerio más extenso (Hech. 11:25).
31. Entonces. La secuencia de los acontecimientos relatados en los vers. 29-32 es similar a la del cap. 8:3-5. Saulo había perseguido antes a la iglesia, y por lo tanto los creyentes fueron esparcidos; pero habían predicado la palabra, con lo que se había abierto el camino para que Felipe llevara el Evangelio a Samaria. Ahora Saulo es perseguido, se retira a Tarso, la iglesia disfruta de cierto respiro, que usa provechosamente, y Pedro evangeliza las zonas de la costa.
Iglesias. La evidencia textual favorece (cf. p.10) el texto: "la iglesia". Se hace referencia a todo el conjunto de cristianos y no a congregaciones locales. Esto destaca la unidad de las iglesias locales dentro del conjunto de la iglesia. La palabra "iglesia" parece emplearse aquí en sentido universal y no local.
Paz. Es posible que el respiro hubiera sido motivado por la partida de Pablo. Cuando se fue, desapareció la espina que tanto irritaba a los judíos. También podría haber habido paz porque la atención se enfocó en el intento del emperador Calígula de poner su estatua en el templo de Jerusalén (p. 80), intento del cual desistió, según Josefo (Antigüedades xviii. 8.2-8), debido a la resuelta oposición de los judíos, a los fervorosos ruegos del rey Herodes Agripa que en ese tiempo vivía en la ciudad de Roma, y por las peticiones de Petronio, gobernador de Siria. Según Josefo, el gobernador de Siria había quedado impresionado por lluvias que habían caído de un cielo claro, después de una larga sequía, cuando los judíos oraron por ellas.
Toda Judea. Esta breve nota cubre una gran parte de la historia de la iglesia primitiva, y es de gran importancia. Es la primera indicación de que existían comunidades religiosas organizadas en los pueblos y las aldeas de Palestina. No se nombra ninguna iglesia local, pero deben haber surgido muchas como resultado final del ministerio personal de Jesús. Además debe tomarse en cuenta la obra de Felipe, Pedro y Juan (ver com. cap. 8:5-6,14,25). Pero sea cual fuere el origen de estas iglesias de Palestina, este versículo afirma su existencia y demuestra que la orden de Cristo (cap. 1:8) se estaba obedeciendo fielmente.
Eran edificadas. Gr. oikodoméÇ, "construir una casa", y por extensión, "construir" o "edificar". La paz que se menciona en el versículo anterior hizo posible que la iglesia se fortaleciera tanto en su organización como en su desarrollo espiritual. Este verbo aparece con frecuencia en el vocabulario de Pablo (Hech. 20:32; Rom. 15:20; 1Cor. 8:1; Gál. 2:18; etc.).
El temor del Señor. Esta frase es común en el AT para describir la reverencia ante Dios (ver com. Job 28: 28; Sal. 19:9; Prov. 1:7). En el NT es poco común.
Se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. Mejor es traducir "aumentaban por la consolación o el estímulo del Espíritu Santo". La palabra parákl'sis puede traducirse "consolación", o "exhortación", o "estímulo" (ver com. Mat. 5:4; Luc. 6:24; Juan 14:16).
La idea es que la iglesia prosperaba debido al temor y al estímulo del Espíritu Santo. Los miembros de la iglesia temían al Señor y eran guiados por el Espíritu. Toda su vida estaba bajo el control divino, y como resultado de este alto estado espiritual de la iglesia, aumentó el número de miembros y también el de las congregaciones. Así sucede siempre. La profunda vida espiritual del cristiano dará como fruto la salvación de los perdidos. Este fruto podrá observarse tanto en la vida de los laicos como en el ministerio de los que dirigen la iglesia. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-18. HAp 92-100. DE PERSEGUIDOR A DISCÍPULO.
https://elaguila3008.blogspot.com/2012/09/capitulo-12-de-perseguidor-discipulo.html
19-30. HAp 101-106. DÍAS DE PREPARACIÓN.
https://elaguila3008.blogspot.com/2012/09/capitulo-13-dias-de-preparacion.html
Ministerio Hno. Pio
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