¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. (2 Corintios 6:16).
Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva. Él mora en nuestros corazones cuando nos apropiamos individualmente de la fe. Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de su presencia, nuestros pensamientos son traídos en cautiverio a Cristo Jesús.
Nuestros
ejercicios espirituales están de acuerdo con la intensidad de nuestro sentido de esta
compañía.
Enoc anduvo con Dios en este
camino, y Cristo vive en nuestros corazones por la fe cuando consideramos lo que Él es para nosotros, Y La Obra que ha realizado por nosotros en el plan de redención. Nos sentimos muy felices al cultivar un sentido de
este gran don que Dios dio a nuestro mundo y nos dio a nosotros personalmente.
Estos
pensamientos tienen un poder dominante sobre todo el carácter. Quiero impresionar la mente de ustedes con el hecho de que pueden tener siempre, si quieren, la compañía divina con
ustedes...
A
medida que la mente se espacia en Cristo, el carácter es
modelado a la semejanza divina. Los pensamientos son saturados en un sentido de su bondad, de su amor.
Contemplamos su carácter, y así Él
está
en todos nuestros pensamientos. Su amor nos abarca.
Aun al observar un momento el sol en su gloria meridiana, cuando apartamos nuestros ojos, su imagen aparecerá en todo cuanto veamos.
Así ocurre cuando
contemplamos a Jesús; todo lo que miramos refleja su imagen, la imagen del Sol de justicia.
No podemos ver ninguna otra cosa, ni hablar de ninguna otra cosa. Su imagen está
impresa en los ojos del alma, y afecta toda
porción de nuestra vida diaria, suavizando y subyugando toda
nuestra naturaleza. Al contemplar,
somos conformados a la semejanza divina, a la semejanza
de Cristo.
Ante todos
aquellos con quienes nos
asociamos reflejamos los brillantes y alegres
rayos de su justicia. Hemos sido transformados en carácter; Pues El Corazón, el alma, la mente, han sido
irradiados por el reflejo de Aquel
que nos amó y dio su vida por nosotros. Aquí de nuevo se manifiesta una influencia viva y personal que mora en
nuestros corazones por la fe.
Cuando sus
palabras de instrucción han sido
recibidas, y han tomado posesión de nosotros, Jesús es para nosotros una
presencia permanente, que gobierna nuestros pensamientos,
ideas y acciones...
Cristo
Jesús Lo Es Todo Para Nosotros: El Primero, El Último, El Mejor En Todas
Las Cosas.
Jesucristo, su espíritu, su carácter, Da color a todas las cosas; es la trama y urdimbre, la misma textura de nuestro ser entero...
Al continuar mirando a Jesús, reflejamos su imagen hacia todos los que nos rodean.
Mensajes para los jóvenes, págs. 157-159. RJ302/EGW/MHP
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