El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. (Mateo 4:16).
Hay muchos que ahora
están en la sombra de muerte que necesitan ser
instruidos en las verdades del Evangelio. Casi todo el
mundo yace en la maldad. Cada creyente en
Cristo ha recibido palabras de esperanza para los que están sentados en tinieblas...
Se necesitan jóvenes
fervientes y consagrados para entrar en la
obra como enfermeros... El Señor quiere
hombres y mujeres sabios que puedan
actuar como enfermeros, para consolar y ayudar a los enfermos y a los sufrientes.
¡Oh, que
todos los afligidos pudieran ser
atendidos por médicos y enfermeros cristianos que pudieran ayudarles a
depositar sus cuerpos cansados y doloridos al cuidado del gran Médico, y a
esperar por fe en Él, su restauración!
Si por un
ministerio prudente el paciente es conducido a entregar
su alma a Cristo y llevar todos
sus pensamientos en obediencia a la voluntad de Dios, se habrá ganado una gran victoria.
En nuestro
ministerio diario vemos muchos rostros tristes y ansiosos. ¿Qué muestra la tristeza de esos rostros? Muestra
la necesidad que tiene el
alma de lograr la paz de Cristo.
Los hombres y
las mujeres, anhelando algo que no tienen, han buscado satisfacer sus necesidades en las cisternas rotas de la tierra.
Escuchen éstos una voz que diga: "A todos los sedientos: Venid a las
aguas" (Isaías 55:1). Almas cansadas que buscan
lo que no saben, vengan a las aguas
de vida. Todo el cielo suspira por
ustedes. "Venid a mí, para
que tengáis vida".
Hay muchas líneas
de trabajo que puede realizar un enfermero. Hay
oportunidad para que enfermeros bien preparados vayan a los hogares y traten allí de despertar
interés por la verdad.
En
casi cada comunidad, hay muchos que no desean
escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios, ni
asistir a un culto religioso.
Si han de
ser alcanzados por el Evangelio, éste deberá ser
llevado a sus hogares. A menudo el
alivio de sus necesidades físicas es la única
avenida por la cual podemos
acercarnos a ellos.
Los enfermeros
misioneros que cuidan a los enfermos y alivian las aflicciones de los pobres encontrarán muchas oportunidades de orar con ellos, de leerles la Palabra de Dios, y de
hablarles del Salvador.
Pueden orar con los
desvalidos que no tienen fuerza de
voluntad para controlar los apetitos
que la pasión ha degradado.
Pueden llevar un rayo de esperanza a las vidas de los derrotados y descorazonados. La revelación del amor abnegado, manifestado en actos desinteresados de bondad, hará que sea más fácil para los sufrientes el creer en el amor de Cristo.
Review and Herald, 24 de diciembre de 1914. RJ246/EGW/MHP 247